Por: J. Luis Rojas
La forma de pensar, decidir, actuar, relacionarse y comunicarse, que suelen emplear de manera ordinaria y extraordinaria en sus diferentes actividades los ciudadanos de cualquier país, pudiesen ser considerados como indicadores intangibles para medir la calidad y pertinencia de los sistemas educativos que han decidido adoptar los Estados, buscando con ello establecer y mantener un modelo de desarrollo integral y garante del bienestar colectivo.
Los hechos hablan más fuerte que las palabras. Los países con sistemas educativos robustos y visionarios, son los mismos que logran desarrollar competencias duras y blandas entre sus ciudadanos, diferenciándose cualitativamente de aquellos que provienen de sociedades con modelos educativos improductivos y rezagados. En los hábitos de la educación de calidad, se fomenta la cultura de prevención como eje transversal y estratégico. La cultura preventiva es una filosofía, un principio y un compromiso compartido por todos los ciudadanos de un país.
En estos tiempos de posverdad, inteligencia artificial, control mental, influencia y manipulación, se espera que los sistemas educativos estén en capacidad de formar ciudadanos críticos y éticos, con suficiente habilidad para distinguir la realidad de la ficción, así como la verdad de la mentira. En breves palabras, la educación es el medio más idóneo para establecer diferencias sustanciales entre la forma de pensar y actuar de los ciudadanos. Asumir la cultura de la prevención como filosofía de vida, es, sin duda, un atributo que no todos los países poseen.
El sistema educativo dominicano no aborda la cultura preventiva. Si los dominicanos conocieran y practicaran más y mejor lo que significa la prevención, todo fuese diferente. Por ejemplo, tragedia como la ocurrida recientemente en la discoteca Jet Set, explosiones en fábricas e industrias, accidentes automovilísticos, caídas de puentes, deterioro de importantes obras públicas, así como lesiones laborales, pudiesen evitarse en grandes cantidades. La cultura preventiva ayuda a evitar eventos en los que mueren personas, se maltratan los recursos naturales no renovables y se quebranta el estado natural animal. Entre la mayoría de los dominicanos, el poner candados después que les roban, es algo casi normal, pese a las consecuencias negativas que se derivan de esta práctica.
A pesar de que en RD existen leyes, normas y organismos gubernamentales, cuya razón de ser es la prevención, lo que prima es lo correctivo. El número de agencias dominicanas que deberían pensar, decidir y actuar desde la lógica y perspectiva de la prevención, son muchas y variadas. Ejemplos: los Ministerios de Salud Pública y Asistencia Social, Obras Públicas y Telecomunicaciones, Medio Ambiente y Recursos Naturales, el de Defensa, el de trabajo, de Agricultura, así como la Dirección General de Migración (DGM), el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT), los ayuntamientos, los cuerpos de bomberos, el Instituto de Protección de los Derechos del Consumidor (ProConsumidor), Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), entre otras tantas entidades que no ejercen la prevención en lo absoluto.
Si los dominicanos ignoran menos el valor estratégico de la cultura preventiva, menos planteles escolares públicos se deterioran. Además, los centros sanitarios obtendrían resultados más memorables y relevantes. Decidir y actuar de espalda a los valores y principios que sustentan la prevención, es vivir en riesgo permanente. ¿Por qué muchas de las agencias públicas actúan durante o después de ocurrir el evento, la tragedia o la situación, la que, sin duda, termina impactando de manera negativa algún aspecto sustancial de las actividades humana? Parecería que el sistema educativo de RD solo enseña a los dominicanos a pensar, decidir, actuar, relacionarse y hablar de manera reactiva. A juzgar por los hechos, todo parece indicar que a los responsables de gestionar la educación en RD, nunca se han interesado en crear y mantener los mecanismos que permitan fomentar la cultura preventiva como eje transversal de todo cuanto hacen los dominicanos. Sin importar el contexto, la cultura preventiva mejora la productividad nacional, eficientiza los recursos públicos, minimiza el riesgo, mitiga los efectos desfavorables provenientes de los conflictos sociales y maximiza el bienestar colectivo.
Por lo general, la cultura preventiva evita los reprocesos en cualesquiera de las actividades humanas. Desde los entornos corporativo y empresarial también es posible fomentar entre los ciudadanos la cultura preventiva. Los contenidos de las narrativas institucionales y comerciales que producen y difunden las marcas corporativas y comerciales, podrían ser un excelente medio para educar a los ciudadanos, con respecto a las bondades positivas que rodean a la cultura preventiva. Los grupos corporativos dominicanos deberían de realizar más y mejores inversiones en los ámbitos de la producción y difusión de campañas comunicacionales, que ayuden a la sociedad dominicana a actuar desde los valores y principios de la cultura preventiva.
Cuando la cultura preventiva permea todos los ecosistemas de una sociedad, el comportamiento individual y colectivo de los ciudadanos agrega valor a la gobernanza. Para evitar que se repitan tragedias y eventos como los que recientemente han provocado muertes y traumas en la sociedad dominicana (colapso de la estructura del Jet Set, Caídas de puentes, desplome de infraestructuras privadas y gubernamentales, accidentes automovilísticos, accidentes laborales y catástrofes industriales) es urgente que los dominicanos piensen y actúen menos desde la lógica reactiva y más desde la cultura preventiva. RD no puede continuar gestionándose desde la improvisación, el tigueraje, la indiferencia y el sálvese quein pueda.