Por: Lic. Yenifer Alt. Gil
Rep. Dom. –Noviembre, mes dedicado a la familia, en el cual la iglesia promueve como valor: “Crecer en familia”, es sin lugar a dudas, una oportunidad para trabajar con la base donde se sustenta nuestra sociedad, pues es en ella, donde se forman los seres humanos, donde se adquieren los valores y principios, y porqué no, donde también se aprenden antivalores, dependiendo de lo que se siembre en cada hogar.
En el mes de noviembre, también se dedica un día a la No Violencia Contra la Mujer, en homenaje a las 3 grandes y recordadas mujeres dominicanas, que murieron un 25 de noviembre del año 1,960, por instrucciones de quien fuera uno de los tiranos más crueles y despiadados, que han gobernado este país.
Es así, como nos encontramos, ante una fatídica realidad, celebramos el mes de la familia y de la no violencia contra las mujeres, pero resulta que se ha vuelto “moda”, un mal que pareciera no parar, el hecho de que tantas mujeres estén muriendo de manos de sus parejas o ex parejas, dejando en la orfandad, sumido en una gran tristeza a sus hijos y en una honda depresión a los familiares y allegados.
Que hayan muerto alrededor de 84 mujeres por esta causa en lo que va de año y 1,240 de 2005 a la fecha, según datos de la Procuraduría y de manera espantosa, es un indicador de lo mal que están funcionando nuestras familias, de los pocos valores que se están inculcando, del deterioro que sufre la institución principal, que por siglos ha sido considerada como un ente formador, donde se aprendía a respetar, a amar la vida, donde se enseñaban las normas y reglas de conductas, la aceptación de las diferencias de otros, pero sobretodo se enseñaba a amar a Dios y al prójimo.
¿A dónde ha quedado el rol que jugaban los padres, los abuelos, los demás miembros del hogar? ¿A quién hemos dejado la responsabilidad de educar? ¿A caso a los medios de comunicación?, ¿A las redes sociales? ¿A las escuelas? ¿A quién?
Qué pena, que llega este mes y nos encuentra con tanto desasosiego, con tantas muertes, con tantas noticias frustrantes, que pena, que haya tantos niños sin una familia, solo porque el hombre, muchas veces su padre, haya decidido quitarle la vida a su madre y luego suicidarse. ¡Qué pena!
Sin embargo, aún estamos a tiempo, no permitamos seguir caminando en la dirección en la que estamos, aunamos esfuerzos y asumamos nuestro rol como padres responsables, que guían, que orientan, que reprochan cuando es necesario, asumamos nuestro rol como iglesia que edifica y que tiene la función de formar mejores personas, asumamos como maestros que deben continuar siendo ejemplo para sus estudiantes, asumamos como instituciones a las que le corresponde apoyar en la promulgación de valores entre sus empleados, asumamos como medios de comunicación llamados a ser defensores y difusores de principios éticos y de una educación integral, asumamos, pues, de manera personal este reto y luchemos por recuperar, lo que está en peligro, pero que aún no se ha perdido: ¡La Familia!