Por Editorial Camino.
“Alegría, alegría hermano, que si hoy nos queremos es que resucitó.”
Así resonó este hermoso himno en centenares de templos del mundo, al igual que las notas de Aleluya, Cristo resucitó la madrugada del domingo.
Los cristianos estamos celebrando el acontecimiento más grande de la historia, porque como dice el apóstol Pablo, si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe.
Porque resucitó miles de hombres y mujeres se consumen como un cirio, entregando sus vidas al servicio de los demás. Los testimonios están presentes. Muchos dejan sus familias, sus patrias y comodidades para sumergirse en los lugares más inhóspitos del Planeta, reflejando el amor de Aquel que pasó por la vida haciendo el bien, y que nos dio a conocer el amor del Padre.
Porque como afirma el papa Francisco, el encuentro con el Resucitado “no es una ideología, no es un sistema filosófico, sino es un camino de fe que parte de un advenimiento, testimoniado por los primeros discípulos de Jesús”.
Estemos alegres y contagiemos a los demás. El Resucitado nos da motivos para vivir llenándonos de trascendencia. Seamos promotores de la vida, dejando atrás tantos signos de muerte que envuelven nuestra sociedad.
Dios nos creó para ser felices. No permitamos que nos desvíen del camino verdadero. Nuestras familias y el país necesitan resurrección.