Opinión

¡Sálvese quien pueda!

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Por Juan Tomás Taveras (Mayor general retirado de la PN y periodista).
“El mundo nunca podrá estar en paz a menos que las personas tengan seguridad en sus vidas cotidianas. Si no se promueve el desarrollo centrado en el ser humano, no podrá conquistarse ni la paz, ni de los derechos humanos, ni la protección al medio ambiente, ni la integración social”. Programa de Las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD

Reiteramos el llamado de reflexión a los diferentes sectores oficiales, comunitarios, empresariales, a la población en general y muy especialmente a las personas preocupadas y comprometidas con la seguridad y la paz social a unirse en un reclamo firme de la seguridad integral centrada en las personas y que los policías se formen en la doctrina o filosofía comunitarios; donde todos los habitantes de República Dominicana sean tratados como seres humanos y protegidos sin importar clase, credo, bandería política y cualquier otra discriminación.

Es imperativo aplicar nuevas políticas públicas y voluntad firme por parte del gobierno y el involucramiento de todos los sectores sociales para cambiar la cultura represiva y autoritaria de nuestro sistema de seguridad pública. La planificación estratégica está ausente en la administración pública en general y la recolección de datos confiables, como fuentes estadísticas y mapeos delictivos son escasos, ambas cosas son imprescindibles para una gestión preventiva de seguridad pública. También nos falta la implementación de protocolos en los procedimientos de las diferentes operaciones y servicios policiales; con una depuración estricta y proba de los policías, militares y fiscales del país.

¡Sálvese quien pueda! Es la expresión más inteligente del derrotero de la delincuencia al que estamos sometidos en la República Dominicana, en estos momentos, se vive la crisis de miedo y estrés más agresiva de las últimas décadas: asesinatos en atracos por un celular, por una cartera, por un maletín de dinero, por un motor, por un vehículo, por un arma de fuego, por tomar un pasajero en una ruta de transporte, por un plato de comida y han muerto motoconchos hasta por veinticinco pesos de un pasaje. Se violan niñas y ancianas, religiosos violando, se descuartizan víctimas, hijos matan padres, padres matan hijos, se destruye el medio ambiente, el gobierno junto a los demás grupos de poder se roban la producción nacional, despilfarran el presupuesto público, asaltos hollywoodenses en comercios, bancos, plazas comerciales, hogares y mantienen a la sociedad en vilo; a razón de que nuestras autoridades no están cumpliendo con su responsabilidad y el gobierno que debe garantizar la seguridad pública y la defensa nacional a través de sus organismos correspondientes, ha soltado en banda esa misión. La justicia es simbólica, cómplice y servil en la corrupción y la impunidad junto a los grupos de poder.

La misión principal de los organismos de seguridad es la prevención y aplicación de la ley en pos de la seguridad pública y la paz social, no de reprimir o recaudar. Las estrategias más importantes de los actores judiciales también deben estar enfocadas en la prevención y el control, siendo la Policía Nacional, la principal institución para prevenir las infracciones y controlarlas; además de ser el brazo fuerte de la justicia.

En tal sentido, cabe preguntarse: ¿Podemos confiar en nuestras autoridades, en su capacidad y voluntad de garantizar la paz y el orden social; reduciendo a su mínima expresión la violencia y la inseguridad?

Serán difíciles los retos frente a las grandes debilidades y deficiencias que hoy presenta esta descalabrada institución policial. Parte de estos retos es llenar el vacío de gerencia, profesionalidad y transparencia, que esperamos no prevalezca.

Son innumerables mis escritos llamando la atención y proponiendo despolicializar las FFAA y desmilitarizar la Policía, así mismo, para poner límites en lo militar y lo policial. El problema debe ser visto de manera institucional, profesional y sin prejuicios, respetando ambos roles; sobretodo dejando de lado los intereses particulares “de los Jefes” que es por lo general lo que impera, en perjuicio de lo institucional y de las instituciones en sí.

Los planes y proyectos que en cada situación de crisis por la delincuencia que anuncia el gobierno a través de sus organismos de seguridad son un cliché o espectáculo mediático y que la mayoría de comunicadores le hacen el juego, traicionando su esencia de orientar e informar con objetividad a la sociedad.

Sin lugar a dudas el gobierno y sus organismos de seguridad han fracasado con todos los supuestos planes para solucionar la prevención y control de los conflictos violentos en todas sus manifestaciones y de la inseguridad en general, además queda evidenciada la improvisación e inmediatismo frente a los problemas citados.

En cada momento de crisis de inseguridad y violencia se dice, Lanzan Nuevo Plan de Seguridad X: Ahora, “Anuncian nuevo plan contra la delincuencia a cargo de policías y militares”. Cinco mil policías y dos mil militares, las unidades tácticas Swat, Lince y los Topos de la policía, así como el Comando Especial Contraterrorismo del Ministerio de Defensa, la Fuerza de Tarea Conjunta e Intergerencial (FTCI) y la Fuerza de Tarea Conjunta Ciudad Tranquila (Ciutran)”, indica el aviso del Gobierno. Y los famosos y acostumbrados. PON, Procedimientos de Operaciones Normales, Navidad Segura, Semana Santa Seguridad, los diferentes operativos de seguridad de Fiestas religiosas, temporadas de béisbol, carnavales, desfiles, diferentes cumbres, entre otras.

Solo para aclarar, las unidades tácticas de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional no suman quinientos miembros. ¿Dónde parieron esos siete mil nuevos agentes que supuestamente lanzaron a las calles? Ni todas las escuelas de entrenamientos que graduaran al mismo tiempo podrían llegar a siete mil agentes. ¿Cómo creer o confiar en nuestras autoridades?

La noción moderna del estado de derecho conlleva como requisito fundamental la garantía de la seguridad democrática. Tradicionalmente se ha creído que la seguridad pública constituye un supraderecho. Pero, lo cierto es que constituye un derecho fundamental más, por no decir el primero, que es el derecho a la vida, aunque sí debe ser garante de ese primer derecho.

Según el profesor chileno Carlos Peña González “En el origen de los Estados modernos existe una paradoja: el Estado concentra la violencia, y de esa forma, es la principal fuente de ella; pero al mismo tiempo intenta eliminarla. Resolver esta paradoja es el principal desafío de las sociedades democráticas. Si los Estados modernos proveen seguridad sin derechos, estos pierden legitimidad, su ventaja moral”.

Esa tendencia ciudadana actual de ceder derechos a cambio de seguridad tiene que ver con la neurosis colectiva en que viven las sociedades a causa de la inseguridad mundial que se acrecentó a partir de los atentados del once de septiembre de 2001.

En estos momentos la seguridad pública es la primera demanda de la gente, por lo que se hace urgente convocar todos los sectores para dar solución integral al reclamo de la paz social. Pues la seguridad es un asunto de todos y muy serio para dejarlo exclusivamente a la policía y los políticos.

Mientras tanto solo nos queda tomar el camino de “!Sálvese quien pueda!”.

@jttaveras
[email protected]

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