Por Rafael A. Escotto.
«La idea básica que atraviesa la historia moderna y el liberalismo moderno es que el público debe ser marginado. El público en general es visto no más que como excluidos ignorantes que interfieren, como ganado desorientado« Noan Chunsky
Durante la tertulia literaria que solemos hacer semanalmente el poeta y abogado Luis José Rodriguez T. y el autor de este artículo, por sugerencia del poeta surgió el desafio de escribir este trabajo como un ejercicio mañanero para tensar las neuronas sometidas a enclaustramiento como medida preclautoria contra la pandemia del coronavirus que embiste las poblaciones del mundo con furia casi indetenible.
En las aulas universitarias de los Estados Unidos uno de mis profesores de la asignatura Filosofia del Derecho y los valores como orden normativo e institucional de la conducta humana en sociedad, llegué al libro Azul de poemas publicado en 1888 por el escritor nicaraguense Rubén Darío, quien habia estudiado las incursiones literarias sobre la representación de una sociedad ideal alternativa del mundo actual, del esritor francés nacido en Paris, Émile Zola.
Galopando sobre el lomo intelectual de Rubén Darío, llegué a la conclusión que el poeta nicaraguense habia estudiado el «Libro áureo, no menos saludable que festivo, de la mejor de las Repúblicas y de la Nueva Isla de Utopía” de Tomas Moore, publicado originalmente en 1516, sustentado en las narraciones impresionantes de Américo Vespucio sobre la isla de Fernando de Noronha, pensando que en aquella isla se podría construir una civilización perfecta.
Desde lo literario a lo político doy el salto y me conecto con el proyecto de Bernie Sanders en los Estados Unidos para analizar si el mismo podría ser considerado una inspiración tardía de la idea de Tomas Moore sobre una comunidad lógicamente organizada donde «las personas no serian enviadas a la guerra, excepto en situaciones extremas, y por tanto, sus ciudadanos vivirian en paz.»
Recorro los requisios de los planteamientos de Joe Biden hechos públicos en sus discursos de campaña hacia las primarias, quien debe ser nuestro candidato si sigueramos a ciega la línea de nuestro partido, el Demócrata, no obstante, evaluamos el pensamiento político de Sanders y vimos que el senador por Vermont propone, a diferencia del exvicepresidente durante la presidencia de Obama, una sociedad funcional o más útilitaria en términos de las clases menos favorecidas, la juventud, la educación, la salud y los envejecientes.
Por otro lado, notamos que la propuesta de Baiden no se distancia mucho del sistema hasta ahora verbalmente autocrático ni del Estado hegemónico de Donald Trump, del Partido Republicano. Mientras la precandidatura de Biden sea manejada por el Partido Demócrata para atajar a Bienie Sanders y no se concentre en los issues o temas de interes nacional, Trump será lamentablemente una realidad electoral.
Aunque preferí a Trump y no a Hilary Clinton en las elecciones de 2017, el primero llegó a la Casa Blanca con un discurso antiestablishment que demonizaba a los inmigrantes y polarizaba a los votantes en aquellas elecciones, me desligué de su pensamiento después de Trump llegar a la Casa Blanca puesto a que entendí que su concepto de nación encajaba más bien en un mundo lleno de contradicciones ideológicas llevadas a resultados extremos; un tipo de autoristarismo matizado por medidas arbitrarias o excesivas. Esto lo pudimos comprender más adelante en sus discursos de tono agresivos y amenazantes.
Por un momento me distancio del analisis anterior y me reencuentro con Rubén Darío nuevamente, quien introdujo el modernisno en la literatura hispanoamericana. El poeta y autor de Isla de oro, me lleva a la novela titulada 1984 en la que el político mordaz y novelista inglés George Orwell plantea un universo posmoderno en el que aparece una desfiguración del lenguaje, se rompe con la estructura del pensamiento —antilógica—; en el que las ideas y los razonamientos se disluyen para construir una verdad supuestamente válida.
Accedo al adjetivo «lؚógica» en el posmodernismo actual y percibo, un tanto sorprendido, que este no posee racionalidad intelectual ni tampoco sus argumentos parecen no tener conectividad dialéctica. En la filosofia del postmodernismo se afirma que no hay una verdad objetiva o absoluta, especialmente en materia de religión y en lo espiritual.
De lo anterior se desprende, que el posmodernismo conduce al hombre a vivir un tipo de espiritualidad invisibilizada o de representación simbólica en la cual no se pueden ver la belleza de los colores del arcoíris sino que se no presentan las cosas por intermediación divina o visiones.
En la Introducción a la Teoría de la verdad y de la obra La verdad y el tiempo, el eminente filosofo español Miguel García-Baró López hace el siguiente planteamiento el cual produjo mi interés: «La existencia del hombre es del todo ininteligible, separada de la verdad. Una vida humana sin nada que ver con la verdad es, sencillamente, lo más opuesto a la vida humana. Porque la verdad es conciencia y es sentido.»
En la posmodernidad el sentido de la verdad cae en el terreno conceptual de la relatividad. René Descartes precisaba que para llegar a la verdad habia que recurrir a la “evidencia”. Como abogado, asumo que en el caso planteado por el padre de la filosofia moderna, la evidencia exige que sea probada para que realmente se corresponda o tenga relación con el evento. Si los hechos son como decimos que son, tenemos un verdadero estado de las cosas.
El hecho de que yo vote por el Partido Demócrata de los Estados Unidos no necesariamente me obliga a no valorar lo planteamientos democráticos y progresistas del candidato a la nominacion, el Demócrata independiente Bernie Sanders, partiendo, claramente, de su pragmatismo ideológico y de la consistencia y coherencia de sus ideas con relación a lo que afirma; por ejemplo Sanders no cree que la Seguridad Social vaya a la quiebra, como piensa otros candidatos.
En un trabajo publicado por el escritor australiano de ciencia ficción y novelista Sean Williams, este asegura que «Sanders se opone a la noción de que el Seguro Social vaya a la bancarrota, y él está cien por ciento correcto.»
Y, seguidamente Williams afirma, quien es autor de Guerra de las galaxias: «Uno de los mitos más antiguos sobre el programa de Seguridad Social es que los cambios demográficos y el eventual agotamiento de su reserva de activos de $ 2.9 billones si el Congreso no actúa, causaría la insolvencia de la Seguridad Social. Pero este no es el caso.»
Por el contrario, y con esto Sanders no solamente le ha hablado la verdad al pueblo norteamericano, gane o pierda las primarias Demócrata, agrega Sean Williams: «La realidad es que el Seguro Social continuará generando cantidades saludables de ingresos a partir de su impuesto sobre la nómina del 12.4% sobre el ingreso del trabajo y de la imposición de los beneficios del Seguro Social para los beneficiarios y parejas que reciben pagos que ganan por encima de un umbral de ingreso seleccionado. »
Hay en los discursos de Bernie Samders bastantes pruebas que se corresponden con lo que expone Miguel García-Baró López quien hace la siguiente observación: «Una vida humana sin nada que ver con la verdad es, sencillamente, lo más opuesto a la vida humana.»
Debemos apuntar que en la posmodernidad no hay ideologia definida. Se habla de Globalización y la aparición de Internet, los cuales hacen una ruptura de la calidad en la vida de las personas y los negocios.
Sanders es un defensor de las políticas de salud y la redistribución de la riqueza, que busca combatir la desigualdad de ingresos. Mientras que Biden se considera más tradicionalista y ha advertido que el plan de salud de Sanders es financieramente inviable.
Dice Noan Chunsky, profesor emérito de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, considerado por El New York Times como «el más importante de los pensadores contemporáneos», que «En Estados Unidos, el país más rico del mundo, que posee ventajas sin igual e instituciones democráticas estables, pero que a la vez está, más que ninguna otra sociedad, bajo el dominio de los hombres de negocios.»
El rechazo que está recibiendo la propuesta del senador por Vermont en ciertos grupos sociales minoritarios se debe, como se ve, a lo que escribe el periodista de la BBC Noticias mundo, Gerardo Lissandy, veámos: «A nivel programático, Sanders tiene propuestas que para algunos países de América Latina pueden parecer normales, pero para EE.UU. son novedosas y llamativas.» El subrayado es nuestro.
A Sanders se le trata de obstruir el paso a la presidencia de los Estados Unidos porque —según Lissandy—«se busca comparar el «socialismo democratico» del senador con la izquierda de América Latina.» No obstatente el senador parece haber valorado una recomendación que hizo Lincoln: «Haz lo mejor que puedas y llega hasta el final. Si el resultado es positivo lo que sea dicho en contra de ti no valdrá nada. Si el resultado es negativo, inclusive diez ángeles jurando que tenías razón no harán ninguna diferencia.»
Fijemosnos por un instante si no es asi. En el mismo trabajo el periodista de la BBC, a pesar de lo expresado anteriormente, inserta una muletilla: «Sanders, un senador izquierdista de 78 años de edad, emergió como favorito para obtener la nominación demócrata tras ganar las primarias partidarias de New Hampshire el martes.» El adjetivo «izquierdista» no es más que una piedra en el camino contra la nominacioón de Bernie.
A ningún periodista se la ha ocurrido decir que Bernie Sanders es un político estadounidense del establecimiento de Washington que tiene una visión de la politica diferente. Por tanto, adjetivizarlo de «izquierdista» no solo es un tremendismo, seria delirar y promover la descalificación a la nominación del veterano senador, sobre todo, como resalta Lissandy en el artículo de marras: «En un país donde el término “socialista” era prácticamente tabú en política.»
Pienso que la tozudez del senador Sanders de mantenerse en la carrera por la nominación en las primarias del Partido Demócrata se sustenta en otra frase de Abraham Lincoln: «Asegúrate de poner tus piés en el lugar correcto, luego mantente firme.»
Sospechamos que a partir del debate de ideas entre Bernie Sanders y Joe Biden, la polarización entre ambos politicos podría dar lugar, más temprano que tarde, al advenimiento de una nueva sociedad norteamericana,, una sociedad más inclusionista. El novelista francés Victor Hugo, aconsejó: «Las que conducen y arrastran al mundo no son las máquinas, sino las ideas.»
En estos dias en los que el coronavirus me ha obligado a alejarme de mis oficinas profesionales, no asi de mi vida intelectual y escritural, lo he dedicado a leer con voracidad los discursos tanto de Bernie Sanders como de Joe Bidem para llegar a estas reflexiones. Como abogado y escritor estadounidense me resulta escarpado concebir a Sanders como «izquierdista». Más bien creo que sus ideas politicas estan entroncadas en el socioliberalismo de Stuart Mill que concilia la libertad individual con el Estado y el bienestar y desarrollo sociales.
Del mismo modo, según lo especifica un trabajo de la autoría del sociólogo polaco-británico Zygmunt Bauman, el hombre posmnoderno se define desilusionado, alejado de la ilusión de su progreso, y entregado al consumo instantáneo como búsqueda de placer y satisfacción.
Para robustecer el concepto de Bauman sobre la sociedad de consumo, traigo a este artículo unas palabras del médico psiquiatra español Enrique Rojas, profesor en la Universidad de Extremadura: “El consumismo tiene una fuerte raíz en la publicidad masiva y en la oferta bombardeante que nos crea falsas necesidades.”
Además, los medios de comunicación masivos son los principales transmisores de cultura, sin un enfoque específico. El hombre posmoderno —sigue explicando el autor del libro Modernidad y ambivalencia–«busca vivir el hoy, concentra su atención en el aspecto físico y no en su intelecto, y es la época de nacimiento de la atención del interés del hombre común por la tecnología y la innovación.»
Pienso que Sanders a diferencia de Biden, plantea hacer de la sociedad norteamericana una sociedad más abierta e ideal en cuanto a igualdad de oportunidades. En las propuestas politicas, económicas y sociales de Sanders encontré las ideas liberales de John Locke y Enmanuel Kant.
Actualmente, las sociedades subdesarrolladas se encuentran inmersas en la injusticia, la pobreza y la desigualdad. Sanders, al estudiar la composición social norteamericana parece que se dio cuenta que buena parte de esa sociedad, por problemas de injusticia económica, estaba pareciendose a las sociedades del mundo subdesarerollado y para evitar una profundización de ese paradigma habia que volver al liberalismo.
No soy contrario a raja tablas de las ideas propuestas por Joe Biden, empero creo que una parte importante de su proyecto político defiende un estilo de gobierno centralizado y conservador. Trato de ubicar a Biden dentro de la corriente neoliberal del sociólogo y economista alemán Alexander Rüstow, padre de la economia social de mercado y autor de la obra Libertad y Dominacion. una crítica contra la civilización y de la cual surgió el término neolibertalismo, luego de una conferencia entre intelectuales organizada en París en 1938 por el filosofo francés Louis Rougier.
En una parte de los debates por la nominación entre Bernie Sanders, la senadora por Massachusettsd Elizabeth Warren y la senadora por Minnesota Amy Klobuchar, presiento que en Biden subyace la idea de Rawls, cuando dejó entrever que una economía de mando socialista pondría demasiado poder en manos del estado, poniendo en peligro nuevamente la igualdad política y amenazando también libertades básicas como la libre elección de empleo.
Sanders aboga por una sociedad de bienestar y desarrollo opuesta a la sociedad inmóvil española en la que las clases sociales se han estancado, donde no existe tendencia que indique un aumento o disminución en las tasas de movilidad social–de acuerdo a un estudio realizado por los sociólogos españoles Idelfonso Marqués y Manuel Herrera-Usagre–.
Lo que ha encantado los oidos y motivado a ejercer el voto de jovenes estudiantes universitarios, a mujeres de vanguardia, a los hispanos, a blancos y negros de clase media baja y baja, a la clase obrera atrapada en la inmovilidad social, a propietarios de la pequeñas y medianas empresas, han sido los plantamientos de Warren y Sanders.
¿Qué haría pensar en esa posibilidad? Precisamente, lo que no habiamos visto nunca en la sociedad norteramerivcano, un debate de las ideas. Todo indica que el pueblo de Lincoln y de Washington se dirige al encuentro de una política de verdadero desarrollo humano en la que no solo los individuos cuenten con los recursos suficientes—no se puede decir que no se cuenta con recursos, pero no son suficientes—para cubrir sus necesidades básicas, sino también que tengan acceso a los sistemas de salud y educación, adecuados niveles de seguridad personal, plenas libertades políticas y culturales, así como la capacidad para cultivar sus intereses y desarrollar sus potencialidades productivas y creativas.
Quienes defienden la equivocación de que la posibilidad de progreso sólo es individual tratan de hacer creer que los ideales en la posmodernidad, son reemplazados por el consumo, mientras que los grandes líderes ceden su lugar a figuras que gozan de una fama breve o sea, que privilegia la forma y no el contenido. En lo que sí debe haber acuerdo es que el progreso está asociado al desarrollo humano.
¿Quién será el Aladín de los candidatos de esta historia que posea la lámpara mágica?