Opinión

Se buscan personas honestas e idoneas

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Por Darío Nin

Se buscan personas honestas e idóneas para ser designadas en el Estado Dominicano, para preservación del oasis.
Para el año 2007, publique en un espacio pagado en el periódico El Nacional, un anuncio en donde publicaba que se buscaba una persona honesta para ser designada. El puesto” vacante o a llenar” de entonces, lo era la presidencia de la República.
Desde entonces cada vez que hay elecciones público por los digitales la misma información. Le invito a buscar dicha publicación o los artículos posteriores para que vea los detalles del llamamiento.
Llenada la “vacante” de la presidencia y de los señores legisladores, de los alcaldes y regidores, nos queda llenar la vacante de puestos como la Camara de Cuentas, la Junta Central Electoral y el Defensor del Pueblo.
Los que tienen incidencia económica, social y politica en estos 48,442 Kilómetros cuadrados han salido a la luz diciendo y clamando que esperan apolíticos en esos puestos.
Como no nos detenemos a ver los dedos, no sabemos a ciencia cierta si al clamar como lo hacen por persona honestas, apolíticas, preparadas y en consecuencia idóneas, tienen el dedo mayor cruzado sobre el índice como señal de que mitigan el peso de lo que en sus adentros tienen distinto a lo que dicen.
Ojalá no sea así y de corazón, busquemos personas idóneas para desempeñar puestos como esos.
Hace unos meses y antes, por supuesto, de   este gobierno, produjimos y publicamos un artículo que titulamos “El Oasis nos preserva a todos” que por la necesidad de lo ahora clamado me gustaría compartirlo si usted me da el permiso y me tiene la paciencia.
’’El Joven Santiago, cuando acudía tras su leyenda personal, en los caminos de la imaginación de Paulo Coelho y su alquimista, se encontró en la penúltima parte de su viaje, frente al Oasis, en las arenas del desierto.
Estando allí, su atención fue secuestrada por el vuelo de dos gavilanes que en el lenguaje del mundo le transmitieron los acontecimientos que en el futuro inmediato se darían en este lugar; que no era más, que la invasión por parte de un gran ejército a un terreno que la tradición había sentenciado como no invadidle por su neutralidad”.
Encierro los dos párrafos anteriores entre comillas, porque me estoy copiando de un ensayo escrito en el 2004 y repetido en un artículo de enero del 2010.  ¿Y qué de trascendente tienen los párrafos que debo traerlo por tercera vez?
Bueno…, las situaciones me llevan a ellos, no los busco para las situaciones.
Explico lo de hoy. En el desierto de la historia que cuento, había muchas tribus rivales, que generación tras generación habían pactado respetar el oasis, como algo sagrado, porque allí, recibían asistencia todos, descansaban y se abastecían en igualdad de condiciones, sin temor a ser atacados.  Era un santuario que todos reverenciaban. Un día fue atacada por una tribu y el atacante fue aniquilado.
En este “desierto social y político” en que vivimos, donde las tribus políticas han decidido aparcelar todo; o estas con uno o con el otro para que puedas tener posibilidades de sobrevivir o supervivir, según sea el caso y la conexión.
 Es necesario e impostergable que se haga un pacto de decencia en donde se propugnen por voces e instituciones imparciales y objetivas, que necesariamente están llamadas a ser equilibrio en beneficio de todos y de ninguno o contra ninguno en particular.
Quedan periodistas imparciales, que merecen que sus programas se mantengan y que puedan recibir del Estado, anuncios, como los que reciben aquellos que se convierten en meras bocinas.
Bueno…, quizás no tantos, pero los suficientes, que le permitan sobrevivir de un ejercicio fiel a los principios periodístico de informar la verdad con objetividad e imparcialidad.
Debemos aprender también por la salud de la Nación y del Estado Social y Democrático de Derecho que vamos camino a conquistar, a permitir que instituciones como el Tribunal Constitucional, la Junta Central Electoral, el   Tribunal Superior Electoral, Suprema Corte de Justica (poder judicial), el Defensor del Pueblo y los cuerpos militares y policiales se preserven fuera de la política partidaria. Que se constituyan en monumento a la institucionalidad.
Fuera de estos, los políticos tienen un manjar en todas las instituciones restantes.
Lo planteado no es utopía, es una realidad que necesita de un trabajo arduo y un proceso de concienciación colectiva, en donde nos demos cuenta que lo que es igual no es ventaja, que conviene por el bien de todos preservar esas voces e instituciones-
Ojalá se aprenda a llegar al poder con los mismos lentes que se miraba desde la oposición, ojalá escuchemos la misma música de la guitarra o del violín.
Algún día nos daremos cuenta que con la transparencia ganamos todos, que la trampa “puede premiar”, pero la verdad es como el corcho que por mucho que se hunda, siempre sale a flote.
“También debemos tener conciencia de que las trampas tendidas a otros, pueden resultar para nosotros mismos; como la que el odio de Amán, hizo tender a Mardoqueo. Trampa que lo llevaría irremisiblemente a una horca de cincuenta codos de altura que había mandado a construir para él.  Sin embrago, el cuello que de esa horca colgó no fue la de Mardoqueo sino la del hombre que la celada tendió, el propio Amán”. Recomiendo leer Ester 7.1-10.
Dario Nin
Hasta la próxima.
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