Opinión

Sebastián Piñera, una copia del uniforme de Pinochet

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Por: Rafael A. Escotto.

«Yo no conozco eso de los derechos humanos. ¿Qué es eso?». Pinochet

«Es legítimo, es bueno que tengamos pensamientos distintos, siempre y cuando respetemos esas diferencias y siempre y cuando esas diferencias no nos impidan trabajar juntos y construir juntos un mejor futuro para todos», expresó recientemente el presidente de Chile, Sebastián Piñera.

Las diferencias ideológicas en una sociedad no deben dar lugar a que el poder gobernante busque el respeto de las ideas contrarias acayando con balas, culatazos, arrancarle la visión con balines dirigidos ex profeso a los rostros de las personas, torturando y violando sexualmente a mujeres y hombres después de ser detenidas por la policia y los carabineros.

Diecisiete años de vigencia de un régimen militar furiosamente represivo, autoritario y criminal como el de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte quien hizo de Chile un cementerio lleno de lápidas y de cruces donde las familias de las víctimas opositoras al régimen no pudieron enterrar sus muertos y donde la Constitucion fue violada y en su lugar vino a reinar y a dirigir los destinos de la nación andina una junta de gobierno espurio.

A de suponerse entonces que en esos diecisiete años tenebrosos que vivieron los chilenos no crecieron bajo su sombra ni rosas ni lirios sino la cizaña, el odio y la discordia, dignos de ser grabado por su hostilidad criminal en una lápida, como la incripción que aparece en la tumba de Adolfo Hitler en Berlin o en la del genocida belga Leopoldo II.

No podemos descartar que bajo los mausoleos de los fascistas no florezcan almas infames de tanta agresividad como los gusaos de los muertos en los nichos. America Latina tiene muchos ejemplos de estos gusanos que son fabricados de la carne putrefacta de los dictadores.

Frente a lo que acontece triste y doloramente en el Chile de Miguél Juan Sebastián Piñera Echenique las muertes y la negación de derechos democrático, creo que si se suman muertos, heridos, torturados, presos y mujeres y hombres violados en las carceles chilenas no debe haber ni un pie de distancia entre este régimen y el de Augusto Pinochet .

En medio de esa brutalidad policial y de los carabineros, quienes por su ferocidad aparentan que se forjaron entre fieras de los territorios selváticos, oimos al presidente Piñera decir sin el más leve azoramiento que el 2019 fue un año «duro y dificil y que «dejó heridas» en el cuerpo y el alma del país andino». Cuánta hipocrecia hay en esta expresión del presidente Piñera. Por eso le recordamos al pueblo chileno una palabra del novelista estadounidense George RR Martin que aconseja que: “Los únicos lobos a los que debemos temerles son aquellos que llevan piel humana puesta.”

Esos ultrajes fueron contra el pueblo chileno por su «pensamiento distinto», porque el presidente Piñera no «respetó la diferencia» ni quiso oir por la via pacífica y democrática las demandas sociales y económicas de un pueblo hastiado de injusticias; fue por ello que el pueblo se vio forzado a utilizar las calles del pais para protestar buscando que sus querellas fueran atendidas.

Pero cuando el hombre utiliza su poder (El gobierno de la república) para transformarse en un hombre salvaje no hay nada que pueda hacerse para que modifique su crueldad, porque una vez se refugia en Pérgamo, según el Apocalípsis, ha caido lamentablemente en el trono de Satanás.

El estilo de gobernar a chile por Sebastian Piñera está más cerca de Pinochet que de aquel super primer ministro de Interior en el gobierno que presidió el general José Joaquin Prieto, Diego Portales, cuya actuación fue calificada por algunos historiadores de dictatorial y quien para establecer el orden adoptó medidas de fuerza como los fusilamientos de opositores. Hoy el presidente Piñera ha vuelto a hacer que corra la sangre y se reproduzca el dolor entre sus hermanos chislenos por las calles heridas de Santiago

El gobierno de Sebastián Piñera se halla sumido en una grave crisis de credibilidad, situación que parece agravarse en cada uno de sus discursos pronunciados desde el palacio de La Moneda por su alto contenido tóxico, la carga enorme de insensatez y de insensibilidad social y humana, cuyos pronunciamientos en vez de mejorar el estado de desesperanza incentivan en la población un incremento casi obligado a la rebelión social.

El pueblo chileno ha dado muestras de ser un conglomerado humano juicioso, respetuoso de las leyes, sin embargo aquellos que le han gobernado con manos duras, irrespetando el estado democrático y el derecho a discentir, han confundido respeto con sumisión. Chile tiene un problema estructural que no ha sido encarado con responsabilidad politica para que la justicia social y la justicia distributiva se manifiesten realmente en esa sociedad.

Olvidan estos gobiernos despóticos que el pueblo chileno lleva en sus venas la sangre del guerrero mapuche Galvarino, quien luchó en la campaña hacia Santiago y Tucapel y de Arturo Prat, dueño de aquella arenga llena de heroicidad mientras se dirigia a cubierta del vapor «Huascar« en la batalla de Angamos «Muchachos: La contienda es desigual, pero ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo!, según lo recogió Miguel Grau en sus memorias.

Tengo la impresión que la sociedad chilena tiene espacio todavia para recuperar la esperanza perdida en la bruma de la irracionalidad politica y moral. Me refugio en una hermosa frase del poeta y ensayista libanés Khalil Gibran para estimular el optimismo en el corazón de Chile: «En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.»

Y para quedarme en este final con el poeta chileno Pablo Neruda, dejo en el pueblo heroíco de Chile esta frase de aliento y de esperanza: La poesia nace del dolor. La alegria es un fin en sí misma.

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