Por Editorial Camino.
Rep. Dom. -El pasado cinco de abril celebramos en nuestro país el Día Nacional del Periodista. La fecha es propicia para destacar el papel que debe desempeñar el hombre y la mujer que asumen esta profesión como un estilo de vida.
Su misión debe ser siempre defender la verdad, promover la paz y crear puentes de fraternidad en la sociedad. Los que informan y generan opinión tienen que levantar la bandera de un futuro mejor para la humanidad.
Dedicar su vida a defender intereses personales y grupales sería lo peor que le puede ocurrir a un periodista. Pasaría por la tierra sin dejar huellas de bien.
Es lamentable observar cómo en nuestro medio encontramos comunicadores que se han alejado de esta hermosa misión. Sus voces y escritos fomentan la violencia y la división. No contribuyen a forjar una sociedad en donde el diálogo y los valores sean el norte de nuestras relaciones.
Algunos se han olvidado del poder que tienen, y la credibilidad que la sociedad le ha brindado para construir, y se han convertido en sicarios de la palabra, matando la honra de otra persona, o callando frente a situaciones de injusticia, porque alguien ha comprado su silencio.
Como dice el papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones para este año 2018, tenemos que redescubrir el valor de la profesión periodística y la responsabilidad personal de cada uno en la comunicación de la verdad.
Evitemos caer en la tentación de desinformar, difamar y calumniar a través de nuestros medios, como nos pide el Sucesor de Pedro.
Jamás seamos propagadores de noticias falsas, tan comunes en nuestros días. El pueblo dominicano anhela tener periodistas íntegros, y promotores de la verdad, porque solo ella nos hará libres.