Por: Franklin Silverio
Un tren corre a cien kilómetros por hora con una tendencia a seguir acelerando, cuando ve venir, frente a ellos, otro tren con igual velocidad, en los mismos rieles y en aparente aumento de velocidad, ambos no reducen la marcha, aunque sus maquinistas y pasajeros han hecho todo lo posible por detenerlos y evitar el inminente choque.
Todos dentro de los vagones, tripulantes, maquinistas, pasajeros, todos comienzan a entender que la aceleración, de dichos trenes está en manos externas, que además quieren conocer el resultado de dicha coalición.
Esta es la realidad de los políticos y la justica dominicana, ambos sectores han transitado por mucho tiempo en carriles separados y cuanto se encontraban en el mismo carril tenían el control de sus maquinas o simplemente encontraban una vía alterna por la cual desviarse y evitar la confrontación.
En los actuales momentos el control del enfrentamiento, está en manos de la población, la cual está empujando a políticos y jueces a defender los intereses de la sociedad y en procura de que ninguno de estos se pongan de acuerdo para evadir su responsabilidad.
La población está cansada de ver sonados actos de corrupción donde lo único que se tiene claro es el robo al erario público, el monto de lo robado, la forma en que fue sustraído, los actores de dicho robo, los depósitos, las falsas instituciones creadas para tales fines, todo.
Pero cuando se va a la justicia para castigar a los implicados entonces todo lo sabido comienza a cambiar, de color y de forma. Los datos ya no son confiables, se pierden documentos la instrumentación de los expedientes se hacen de manera incorrecta y por consiguiente, los involucrados son absueltos y si estos son del gobierno, se premian con nuevos puestos en la administración, en el caso de la oposición son colocados como candidatos en puestos electivos y como altos dirigentes del partido. Gobierno y oposición defienden a sus honorables, entre comillas.
Estos hechos han creado dos elementos opuestos que hoy en día están enfrentados los políticos, que con su práctica corrupta, alentada por el poder judicial se burlan del país y una población hastiada que exige justicia que exige sanciones, que exige que se escuche su voz, que quiere ver los culpables tras las rejas y que el dinero de lo robado vuelva al estado para el bien de todos.
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