
Donald Trump se postuló con la promesa de usar los poderes del gobierno para vengarse de aquellos que, según él, le hicieron daño. Ahora parece estar cumpliendo esa promesa de campaña, mientras amenaza con expandir sus poderes mucho más allá de Washington.
El viernes, el FBI registró la casa de John Bolton, el asesor de seguridad nacional de Trump durante su primer mandato, que posteriormente se convirtió en su crítico y llamó a la administración “la presidencia de la venganza” la semana pasada en una entrevista.
El equipo del mandatario ha abierto investigaciones sobre la demócrata Letitia James, la fiscal general de Nueva York que demandó a la empresa de Trump por presunto fraude al falsificar registros, y el senador demócrata de California Adam Schiff, quien, como congresista, encabezó el primer juicio político contra el presidente. La administración republicana ha acusado a la representante demócrata de Nueva Jersey, LaMonica McIver, por sus acciones en una protesta de inmigración en Newark, Nueva Jersey, después de arrestar al alcalde Ras Baraka, también demócrata. Asimismo, está bajo investigación el exgobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, candidato a alcalde de la ciudad de Nueva York.
Trump ha ordenado a los fiscales que investiguen a otros dos miembros de su primera administración: Miles Taylor, quien escribió un libro donde advertía sobre lo que, en su opinión, eran las tendencias autoritarias de Trump, y Chris Krebs, quien se ganó la ira del presidente por asegurar a los votantes que las elecciones de 2020, que Trump perdió ante el demócrata Joe Biden, fueron seguras.
Las acciones parecen ser la represalia que Trump dijo que buscaría tras ser acusado de cuatro conjuntos separados de cargos penales durante los cuatro años que estuvo fuera del cargo. Entre ellos se incluye una acusación por su esfuerzo para anular las elecciones de 2020, la cual fue eliminada por la Corte Suprema de Estados Unidos, que dijo que los presidentes tienen amplia inmunidad frente a enjuiciamientos por actos oficiales mientras están en el cargo.
“Joe Biden convirtió su administración en un arma para atacar a sus oponentes políticos, más célebremente, al presidente Trump”, dijo el sábado Abigail Jackson, portavoz de la Casa Blanca. Trump, dijo ella, “está restaurando la ley y el orden”.
Además de cumplir sus promesas de venganza, el presidente ha desplegado al ejército en varias ciudades estadounidenses para combatir el crimen o colaborar en los arrestos de inmigración. Ha enviado miles de tropas de la Guardia Nacional y agentes de las fuerzas federales del orden para patrullar las calles en la capital de la nación, después de activar a la Guardia y a los Marines en Los Ángeles a principios de este año.
En conjunto, las acciones han alarmado a los demócratas y a otras personas, que temen que Trump esté utilizando la autoridad de su cargo para intimidar a sus oponentes políticos y consolidar el poder de una manera sin precedentes en la historia estadounidense.
“Se combina la amenaza de enjuiciamiento con tropas armadas en las calles”, dijo Brendan Nyhan, politólogo del Dartmouth College. “La imagen es bastante clara para cualquiera que haya leído un libro de historia sobre el tipo de administración con el que estamos tratando”.
Las investigaciones electorales pasadas son uno de los objetivos de Trump
Trump comenzó su segundo mandato indultando a más de 1,500 personas condenadas por delitos durante el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021. Mientras tanto, su Departamento de Justicia ha despedido a algunos fiscales federales que habían impulsado esos casos. La secretaria de Justicia, Pam Bondi, ordenó a un jurado investigador que indague sobre los orígenes de la pesquisa sobre los vínculos con Rusia de su campaña de 2016, y el mandatario ha pedido a su departamento que investigue al expresidente demócrata Barack Obama.
La agencia de vigilancia del gobierno inició una indagación sobre Jack Smith, el fiscal especial que investigó los esfuerzos de Trump para anular los resultados de las elecciones de 2020 y los documentos clasificados almacenados en su propiedad de Florida. Esos casos fueron algunos de los que persiguieron a Trump en el periodo entre sus dos mandatos presidenciales, e incluyen el caso de fraude en Nueva York y los cargos por interferencia electoral en Georgia presentados por el fiscal demócrata del condado de Fulton.
Todas esas investigaciones lo llevaron a afirmar que los demócratas convirtieron al gobierno en un arma en su contra.


