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Un voto de confianza para Abinader al superar con creces el porcentaje de su triunfo.

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Por Nicolás Arias.

En la República Dominicana históricamente los ciudadanos han perdido la confianza en los últimos mandatarios que hemos tenido, y es evidente por el uso que se la da al poder para beneficio personal, excepto por algunos que desde sus funciones, que han realizados grandes aportes en el desarrollo nacional.

 

Esa pérdida de fe, que hoy se está recobrando en este cuatrenio que encabeza, Luis Rodolfo Abinader Corona, viene dado por una historia que data desde antes de los 30 años de la tiranía del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo Molina, donde se utilizaban “como tontos inútiles” a los miembros de la Policía Nacional y a los Militares para fortalecer esa dictadura y proteger al entorno del gobernante.

 

Gracias al el coraje de Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sadhalá y de otros valientes dominicanos salimos, en 1961 de opresión “trujillista”, para posteriormente encontrarnos secuelas de dicho período manifestadas en la inestabilidad política, económica y social de la época, y en el año 1966 dar paso al inicio de la denominada “era de Balaguer, con el doctor Joaquín Balaguer al frente del timón.

 

Este último, es decir, Balaguer asumió parcialmente la fórmula para dirigir el Estado dominicano, la diferencia no fue grande, pues llegó un momento que hasta los fusiles asignados para el servicio de los agentes del orden, eran utilizados con banderas rojas en el cañón, como símbolo de lealtad al líder reformista.

 

Como positivo se le atribuyó ser el gran constructor de las principales infraestructuras de nuestro país. Sin embargo, siguió mancillando la democracia, por sus interferencias en los cuestionados  procesos electorales.

 

Pero es a partir de 1978 en el gobierno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) encabezado por Silvestre Antonio Guzmán Fernández, que este comportamiento cambió radicalmente, teniendo que enfrentar a los herederos políticos, policiales y militares que aún no lograban entender el cambio que había llegado a la República Dominicana, y que él le devolvería la democracia a la nación.

 

Pues, era un hombre maduro, confiable para los grupos fácticos, prudente, firme y valiente; con su determinación y apoyo popular, detuvo para siempre el caudal de sangre que corría en la nación, liberó a los que estaban presos por sus ideales, abrió las fronteras a sus compatriotas que  vivían en el exilio político y devolvió a los cuarteles a policías y militares, logrando con estas acciones, la anhelada sed de democracia.

 

Luego le siguió Salvador Jorge Blanco, que a pesar de ser compañero de partido del fenecido presidente Guzmán, enfrentó grandes adversidades que no le permitieron avanzar, pues solo se mantuvo en la lucha de mantener lo que había logrado su antecesor.

 

Luego retornó el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) con Joaquín Balaguer Ricardo al solio presidencial, pero con otro estilo de gobernar, dejando atrás la represion, pero no así el control de las instituciones públicas, que con el absolutismo no permitió nunca su funcionamiento.

 

Balaguer centralizaba todo, incluso se le atribuye intromisión en los cuestionados procesos electorales, al punto tal que su último mandato, en un auto reconocimiento ante las presiones del momento por el liderazgo político opositor y otros sectores, es obligado acortar el período presidencial dos años (1994-1996), por el presunto fraude llevado a cabo en contra del Dr. José Francisco Peña Gómez.

 

Al ascenso de Leonel Fernández Reyna al gobierno se crearon grandes expectativas, pues se entendía como el heredero del profesor Juan Bosch, hombre de una moral incuestionable y arraigada. No obstante, los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana defraudaron a los dominicanos con prácticas consideradas corruptas, como por ejemplo, la creación del  Programa Eventual Mínimo de Empleo (PEME), entre otras.

 

En el 2000 retorna el Partido Revolucionario Dominicano, esta vez, con ingeniero  Hipólito Mejía Domínguez como presidente, el cual inicia un gobierno de transformaciones, teniendo que enfrentar de manera responsable lo que se había orquestado desde hacía varios años, el fraude bancario más grande de la historia de República Dominicana, lo cual, sumado a otros factores, le costó su reelección en el cargo, pero hoy se le reconoce como uno de los hombres que ha asumido el mayor compromiso por los intereses del país.

 

La vuelta del PLD al poder significó para los dominicanos dos épocas de realizar obras en el Distrito Nacional, con el único propósito de proyectarse mediáticamente para lograr tener resultados electorales positivos en su favor, sin embargo, ahora se entiende que cada uno de los pasos que se realizaban estaban marcado por el bienestar personal de los entornos personal y hasta familiar.

 

Hablar de los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina, solo podrá traerles a los dominicanos recuerdos tan funestos como los casos Félix Bautista, quien desconoce a cuánto asciende su fortuna, el fraude en la compra de la flotilla de aviones Los Súper Tucano a Brasil, el soborno de Odebrecht, Operación Pulpo, entre otros, lo cual traicionó la confianza depositada por sus conciudadanos.

 

En la actualidad, sin lugar a dudas que se ve una muestra de determinación y entereza del presidente Luis Abinader de realizar los cambios que ha demandado el pueblo dominicano, con lo que hará que retorne la confianza a la nación caribeña, a pesar de asumir el control de un país sumergido en una crisis económica por el mal manejo del peledeísmo, que gobernó durante los últimos 16 años y no pueden mostrar cambios significativos.

 

Sumado a esta situación, está la crisis causada por la pandemia donde el COVID-19, la cual puso al desnudo las debilidades y la incapacidad de las autoridades salientes, tanto en el sistema sanitario como educativo, y ni hablar del ámbito económico.

 

Ante estos retos se observa a un hombre incansable y con una determinación de corregir los males que históricamente nos han afectado.

 

El mejor ejemplo es que por primera vez en la historia de la nación la justicia da muestras de independencia y actúa sin ataduras al Poder  Ejecutivo. La designación de Mirian Germán como Procuradora General de la República, al igual que el nombramiento de miembros de la sociedad civil en posiciones que requieren figuras transparentes evidencia el interés en el buen manejo de la cosa pública.

 

Tener al doctor Carlos Pimentel en la Dirección General de Contrataciones Públicas, es otra muestra de que Abinader tiene la voluntad política de fortalecer la transparencia, eficiencia y la igualdad de oportunidades en el Estado dominicano.

 

Con estos ejemplos se está respondiendo al clamor de todos los sectores sensatos, que buscan poner fin a los actos ilícitos en el Estado y recuperar los recursos de dispendio y corrupción.

 

Saber que la doctora Milagros Ortiz Bosch es la directora de Ética e Integridad Gubernamental, le proporciona paz y tranquilidad al pueblo, porque se convierte en garante de que los actuales funcionarios gubernamentales están obligados y no tienen otra opción que no sea realizar sus ejecutorias con eficiencia y  transparencia.

 

Otro ejemplo valorar es que el presidente Abinader trabaja a tiempo completo para fortalecer el sistema sanitario y recuperar la economía, teniendo presente que la educación es uno de los pilares del desarrollo, donde se invirtieron cuantiosos recursos en los últimos ocho años sin que los resultados fueran halagüeños. La pandemia puso al desnudo todas las debilidades en las mayoría de las instituciones oficiales.

 

Hoy por hoy, tiene el reconocimiento de organismos internacionales, pero lo más importante es el trabajo en busca de enrrumbar el país hacia el progreso, situación que su proponérselo le ha permitido es un aumento en la popularidad, donde en noviembre mediciones le daban alrededor del 85% de los ciudadanos valoraban como positiva sus ejecutorias.

 

El presidente Abinader concluye este 2020, como el segundo mandatario con mayor aprobación del Continente Americano de acuerdo al ranking realizado por la empresa Real Time Data Corp, la cual le otorga un 90%.

 

Esta aceptación es consecuencia de que a pesar de que el COVID-19 cambió la agenda política del mundo, el mandatario ha estado cumpliendo con las promesas realizadas conjuntamente con los nuevos retos fruto del virus, desde el más humilde servidor hasta el empresariado, se han identificado con las ejecutorias de su gestión.

 

Sin temor a equívocos, con las reivindicaciones sociales, políticas y económicas que empiezan a lograrse en el país, a pesar de la covidianidad que vivimos, con su determinación de trabajo, el presidente Abinader ratifica el voto de confianza dado en las urnas por los dominicanos.

 

Los ciudadanos observan en el licenciado Abinader un hombre capaz, preparado profesionalmente, transparente, comprometido, trabajador a carta cabal como parte de sus atributos, por lo cual, sigue consolidando su liderazgo.

 

 

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