Por: Pedro L. Guerrero C.
No se ha podido entender que el cierre de la frontera por la construcción de un canal de parte de Haití, que podría desviar el cauce del rio Masacre o Dajabón, es un síntoma, no el problema de la relación dominico-haitiana.
Este síntoma es la manifestación del pésimo enfoque estratégico y táctico histórico, de la definición y aplicación de una política migratoria, que ambos países, aunque por razones diferentes, dada la idiosincrasia de los mismos, y los intereses particulares que la han determinado, no han sabido manejar, resultando con ello, la manifestación consciente o inconsciente, entre las autoridades y la población de ambos países, de conflictos, desavenencia, y por qué no, de resentimientos, discriminación y racismo, que no hemos querido reconocer, disfrazándolo de nacionalismo, patriotismo y sentido de identidad nacional.
Como no se ha querido abordar la causa del problema, más por intereses de autoridades y particulares de ambos países, consistente en la aplicación de una política migratoria rigurosa, amparada en los cánones del derecho internacional y legislaciones nacionales, siempre estaremos enfrentando los síntomas del problema, nunca sus causas. Provocando con ello, el caos, conflictos y generando beneficios cuestionables, entre los actores ambos países.
Entonces, frente a esta realidad, ¿qué hacer?:
1. Apelar, en términos estratégico y táctico, a que ambos países, retomen y apliquen, con la responsabilidad y rigurosidad que se requiere, la aplicación de su política migratoria, aunque en los casos que se requieran, se necesite realizar los ajustes pertinentes. Basta con que uno de los países la aplique, para que no se justifique, que, por la falta de institucionalidad, gobernabilidad o legitimidad, de algunos de los países, no es posible su aplicación.
2. Recurrir, como primera opción, a la solución del síntoma del cierre de una frontera, sin cierre, a organismos internacionales, no es una alternativa sostenible, si cualquiera de los países en conflicto, no entiende, que la solución empieza por casa.
3. Nada impide, más allá de los intereses particulares, ambos países, apliquen, su política migratoria. La pregunta es, por que no hacen. Esa pregunta no requiere respuestas. Esto es parte del problema, no los síntomas, que ambos países no quieren reconocer.
4. En una solución de conflicto entre países fronterizos, donde uno evidencia mayor nivel de desarrollo que otro, el menos desarrollado, ve oportunidad de progreso en el más desarrollado. Esto no significa, que el más desarrollado, sea el único perjudicado. Si analizamos el fenómeno de fondo, al final, no sabemos quién termina siendo más beneficiado. Vale más apelar, de forma sensata e inteligente, manejar el conflicto, sin daño a tercero. Al menos hay un principio de la sobrevivencia, que podemos aplicar: no se pelea con el que, aparentemente, no tienen nada que perder.
5. Al momento de escribir esta segunda parte del artículo, en la mañana del lunes 03 de octubre del 2023, en una alocución del presidente Abinader, denominado, La Semanal, me entero, que el presidente declaró una victoria diplomática dominicana, la aprobación de parte de la ONU, de una intervención militar, encabezada por Kenia. No veo sentido a esa declaración, más que a la búsqueda de capital política. Parte de la solución al conflicto entre Haití y República Dominicana, desde la perspectiva estratégica, es que ningún de los países en conflicto, opine sobre soluciones de terceros, es decir, la comunidad internacional. Opinar, desde la óptica y perspectiva, de uno de los países en conflicto, que el mismo obtuvo la victoria de la intervención internacional, no aporta nada a la solución del conflicto. Más aun, lo agrava, porque, aunque no sea verdad, de la incidencia del país en conflicto, en la intervención internacional sobre Haití, este último, lo interpretara, como victoria en contra. algunas veces, se requiere hacer silencio, cuando somos para te del conflicto.
6. Aunque es difícil, porque, en definitiva, en nuestra esencia, somos seres emocionales, más que racionales, dejar de apelar, en ambos países, calificativos, en el caso dominicano:
a) Que hemos sido solidarios con Haití, que somos los primeros en acudir con ayuda, frente a calamidades sufridas por Haití.
b) Que damos atención de salud y educación a los ciudadanos haitianos, sin calcular, en términos generales, el pasivo laboral que dejamos de pagar a esos mismos ciudadanos.
c) Que los haitianos son malagradecidos.
d) Que tenemos cultura diferente, menospreciando con ello, la cultura haitiana, peor aún, sin conocer su idiosincrasia cultural.
e) Que existe una invasión pacífica de parte de Haití, dada la cantidad de inmigrantes en el territorio nacional de manera irregular, sin que asumamos, que ese control esta, de forma absoluta, en mano de las autoridades dominicana, no de la decisión de organismos internacionales. Excusa perfecta para no hacer nada y siguiéndonos, beneficiando de esa inmigración irregular, que, para nada, es unidireccional.
f) El Estado y Gobierno haitiano, son fallidos.
g) No hay autoridad legítima en Haití.
h) Para poner de acuerdo con dos haitianos, hay que matar a uno.
i) La elite económica haitiana, no asume su responsabilidad social con su país, prefieren emigrar. Las que se quedan en el país, buscan u organizan, sus propias bandas delincuenciales para protegerse, etc.
En el caso haitiano, dejar de usar calificativos, referidos a los dominicanos y sus autoridades, como los siguientes:
▪ Los dominicanos y sus autoridades, no nos tratan con dignidad, sin considerarnos que somos seres humanos.
▪ Se creen que los dominicanos, son los únicos perjudicados, con la inmigración haitiana irregular.
▪ Los dominicanos nos discriminan y son racistas.
▪ Los dominicanos nos tratan con lastima, se creen superiores.
▪ No reconocen nuestro derecho a usufructuar el uso del agua del Rio Masacre o Dajabón, aunque los haitianos no han sido transparentes y actuado apegados, en sus acciones, respecto a los acuerdos establecidos, entre República Dominicana y Haití, en el uso de esa cuenta y su caudal, etc.
Esos calificativos, de ambas partes, no nos llevaran a ninguna solución, en la relación bilateral de ambos países, independientemente, que, en algunos casos, tengan dejo de verdad empírica o científica. Ningún manejo de conflicto sano y que nos lleva a soluciones armoniosas sostenibles, inicia apelando a la descalificación y calificación adjetiva de quien se cree tus adversarios.
No importa mucho, de cara a mantener la integridad, seguridad territorial y desarrollo estratégico sostenible, juzgar, por razones diferentes, unos porque se creen más “institucionales”, “organizados”, con “institucionalidad democrática” y “desarrollo económico”, y otros con falta de institucionalidad y legitimidad, menospreciar al otro.
Al final, dejemos atrás, los resentimientos históricos, que no vale la pena analizar, ente Haití y RepúblicaDominicana. A ninguno, de ambos países, le conviene la confrontación, porque al final, todos perderemos