Pese a que puede haber perdido ya el impacto que generó el revuelo (la versión estrenada en la muestra que se celebra cada año en la riviera francesa fue en 3D), este filme, protagonizado por Karl Glusman y Aumi Muyock, merece ser vista sin pensar solo en las explícito y atractivo que pueda ser las imágenes explícitas, que sin dudas son el principal gancho que tuvo esta obra, que provoca el morbo del espectador.
Gaspar Noé es un provocador. Pero “Love” ha de ser vista con ojos adultos, sin prejuicios y sin que el sexo provoque en el espectador el único punto de mira se ese. Esto porque la historia que cuenta es mucho más que eso. La ruptura de Murphy y Elektra, que ha dejado obsesionado al primero, y la forma en que el director realiza su narración es lo importante.
La cuidada composición de los planos, los diálogos y monólogos, la utilización del color, el paso, de ambientes bellos y agradables (el apartamento de Murphy y Elektra, los parques que visitan) a la sordidez de otros lugares (el antro de encuentros sexuales) muestran, como ya lo había hecho en la contundente Irreversible” (2002 con Monica Bellucci y Vincent Cassel), a un realizador que tiene un estilo visual capaz de transmitir con exactitud lo que busca narrar.
No es novedad.
Las escenas de sexo real en películas que no son puramente porno no son nada nuevo, aunque
siempre cause ronchas en la audiencia. Baste recordar que cuando se proyectó aquí “La vida de Adele” (Adele, Abdellatif Kechiche) algunas personas adultas que estaban en la misma sala que este redactor no soportaron los ocho minutos de sexo lésbico que contiene, y luego de que les provocara risa, salieron de la proyección. En nuestro país se presentaron los dos volúmenes de “Nynphomaniac”, del danés Lars Von Trier, que también contienen sexo real.