Opinión

Y un día cualquiera pasaran al doctor Ornes

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Por: Rafael A. Escotto

Dedicatoria especial al distinguido periodista Bob Woodward.
La madrugada del viernes tuve un sueño en La metamorfosis abierta. «La metamorfosis –según Franz Kafka – es un relato dividido en tres partes, donde se narra la transformación de Gregorio Sansa, un viajante de comercio de telas, en un monstruoso insecto, y el impacto que tendrá este acontecimiento no solo en su vida, sino en la de su familia»
Sin proponérselo un día cualquiera uno comienza a navegar en el mundo de Kafka y sueño con personajes, ciudades y cosas impensadas.
Sorpresivamente con La metamorfosis abierta, vi al doctor Ornes vigoroso y firmemente desafiante en una conferencia en San José de Costa Rica. Sin duda el tema debatido era la Libertad de prensa.
Siempre con La metamorfosis abierta nos saludamos en el aeropuerto Internacional Santamaría, de San José. Allí además saludé efusivamente a un respetable ministro católico, que si el ayer fuera hoy el crimen de la amazonia le daría la espalda a Bolsonaro. Un tipo abrumado por la decadencia moral y cultural del siglo.
Siempre con La metamorfosis abierta le di seguimiento a cada escrito de Ornes, a su derecho a hacer periodismo bajo el sendero de una línea corporativa internacional y de cuestiones que en los cónclaves internacionales siempre colocarían en el Monte Carmelo la libertad de prensa.
Un día cualquiera del viernes viajo, hago mis maletas para cargar un resumen de la historia de su diario y de las inolvidables conferencias del litoral de la Florida a San José-Santo Domingo y viceversa.
Y en el espejo de La metamorfosis vi unos corifeos. ¿De dónde salieron los corifeos? Sorpresivamente del primer espejo de la obra de Kafka tirándole piedras a la sombra de Ornes. ¿Acaso una retrospectiva en el tiempo?
Siempre con La metamorfosis abierta, en el sueño del viernes, me pregunto: ¿Quiénes son? ¿Qué dicen? ¿Qué opinan hoy? ¿Qué cajón peruano tocan? ¿Acaso el de la farsa percusión o la verdadera?
En el tercer espejo aparecen pero no puedo ver sus rostros por las máscaras. ¿Quiénes serán lo que tiraban piedras a la sombra del doctor Ornes?
Al despertar fui urgentemente al refrigerador, tomé un jugo de toronja y le di un clic a la sumadora del móvil. Libremente, ya sin el estrés del mundo de Kafka comencé a sumar los días como si todo los días fueran ciertos, aun la madrugada del viernes.

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