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“Yo le pago 50 y 100 pesos al guardia y entro” El precio de llegar a Rep. Dom.

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DAJABÓN. Más allá del mercado binacional, en Dajabón se da un negocio con el trasiego de indocumentados del que participan dominicanos y haitianos.

Cualquier persona a la que usted se acerque en la fronteriza provincia de Dajabón está en disposición de indicar las rutas exactas usadas para traficar indocumentados. Las frases “por pipá”, “en trullas” o “en caravana” son de las más usadas entre los provincianos para referirse a la cantidad de haitianos que cruzan por diversos puntos y a “cualquier hora del día”.

Dajabón, en el noroeste del país, hace frontera con la empobrecida ciudad de Ouanaminthe (Juana Méndez) en Haití, de la que la separa el río Masacre, con un caudal mermado que facilita el cruce de personas a pie.

Sea a través de las bajas y turbias aguas del afluente o por el puente donde los organismos de seguridad y y fucnionarios aduaneros custodian la puerta fronteriza, el paso de personas y mercancías se ha mantenido por años.
“Decir que en los últimos días no están entrando ilegales es mentirle al país. Yo tengo una finca y son caravanas las que pasan por ahí a diario”, expone el alcalde de Dajabón, Miguel Cruz. “Mientras los militares vivan con 5 mil pesos (al mes), no habrá forma de controlar eso”.

Sus palabras contradicen las afirmaciones que la semana pasada hizo el ministro de Defensa, Rubén Paulino Sem, cuando aseguró que los cuerpos de seguridad tienen control de la frontera. El militar reaccionó para calmar los ánimos de varios sectores que se quejaban de una supuesta “invasión” de haitianos indocumentados en el país.

Paulino Sem presentó estadísticas de deportaciones, según las cuales, en el primer semestre de este año se ha impedido la entrada de 79,842 haitianos indocumentados, 47,771 de parte del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (Cesfront) y 32,071 por el Ejército de República Dominicana (ERD).

Un negocio

Mamita Pérez lleva nueve años haciendo trabajos domésticos en Dajabón pese a su condición de irregular. Ella cruza la frontera desde Juana Méndez todos los días en la mañana para retornar en la tarde a su país. No tiene documentos para entrar al lado dominicano, pero no le hace falta. “Yo le pago 50 y 100 pesos al guardia y entro”, dice la señora, apurada por terminar el planchado en una de las cuatro viviendas en las que hace trabajos domésticos. Afirma que siempre entra por el puente.

Un señor que ofrece el servicio de motoconcho cuenta que mueve unas 15 personas al día y que a muchas de ellas las transporta desde y hacia el lado haitiano a través del puente fronterizo. Prefiere mantenerse en anonimato para “no calentarse”, pues su área de negocio es transportar inmigrantes indocumentados. Por cada pasajero cobra entre 200 y 300 pesos cuando las personas entran a hacer diligencias, pero sube su precio a mil pesos si tiene que llevarlas hasta las paradas de autobuses o tienen cargas. “Los guardias me conocen y me dejan pasar. Esa gente (los guardias) es amiga mía, tanto de este lado como del otro lado”, comenta.

Su negocio, que empezó hace unos 10 años, es solo dentro de la provincia, por eso aclara que no es un traficante como los conocidos “Potea” que transportan a los “Congó”, nombre con el que se reconoce a los haitianos que entran con fines de quedarse a vivir en República Dominicana sin documentos y con conocimiento precario del idioma español.

Amorse Pie, de 25 años, es uno de casi 400 haitianos que al mediodía del miércoles pasado había detenido el Cesfront con fines de deportación, según informó su jefe, el general Sugar Frugis Martínez.

Pie fue retenido junto a otras cuatro personas, incluido un menor de edad, mientras caminaban con rumbo a la localidad de Palo Verde, en Montecristi, para trabajar en las plantaciones de guineo, donde le pagan unos 300 pesos por día.

Mientras esperaba por su deportación en uno de los siete puestos de chequeo que tiene el Ejército entre las provincias Montecristi y Dajabón, contó a Diario Libre que pagó 4 mil pesos a una persona en Haití para cruzar la frontera. No era su primera vez, pues ya llevaba un tiempo trabajando en el país, pero su patrón le pidió llevar más jornaleros y fue a su ciudad, Puerto Príncipe, a buscarlos.

Las rutas

Para mover a los indocumentados, una vez cruzan al lado dominicano, existen decenas de motoristas que los recogen en la orilla del río Masacre y por montos que oscilan entre los RD$2,000 y RD$4,000 los transportan hasta Las Matas de Santa Cruz y Guayubín, sea para integrarse allí a las labores agrícolas o para trasladarse a ciudades como Santiago y Santo Domingo.

A esos motoristas se les llama Potea y se distinguen porque llevan 3 y 4 personas a bordo. Los inmigrantes casi siempre llevan mochilas o bultos, explican varias personas del lugar.

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