Por: Minerva Calderón López
En muchos momentos de la vida decir “yo puedo” constituye en un mandato ante la inercia, la tristeza, la confusión, la tensión desmesurada que muchas veces paraliza nuestras acciones. Es un reto, un atrevimiento y un impulso para emprender.
Si vivimos conscientes y agradecidas de todas las cosas que nos brinda la naturaleza de forma gratuita (capacidad de engendrar vidas humanas, energía para vivir, aire, sol, belleza, frutos…) el compromiso de decir “yo puedo” se hace mayor.
Alguien preguntará ¿qué es lo que puedo hacer por mí misma, por los que me rodean y la preservación de la naturaleza? Las respuestas son múltiples. En el plano de tu vida sentimental, cada día puedes manifestar de forma más efectiva y natural tu cariño a través de un detalle, una expresión, una caricia. Fomentar el amor entre tus hijos, nietos, familiares y amigos, puede convertirse en el agua fresca que bañe tus días y eternice corrientes de amor y solidaridad.
A pesar de las naturales diferencias que pueden presentarse en los grupos, tienes que mostrar cortesía y elegancia en el trato con tus vecinos; hacer que tus compañeros de trabajo se sientan respetados y enriquecidos con tus sugerencias, críticas positivas y sanas orientaciones. Debes aportar a la dinámica de los grupos y al fomento de las relaciones humanas positivas.
¿Quién dice que no puedes saludar, alentar, acompañar a una persona que necesite de tus palabras y apoyo? Muchas veces unas palabras oportunas y correctas pueden salvarnos del abismo de la soledad, la tristeza y el desamor.
No te sientes a esperar las glorias y los halagos a tu persona porque esa actitud no lleva al camino de la verdadera felicidad y plenitud humana.
Inicia la ruta de la apertura y la entrega que va desde lo más sencillo hasta lo más complejo.
Conquista tu espacio vital; rompe las barreras geográficas aportando ideas y acciones en pro del desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida. Olvida las experiencias poco favorables, las injusticias, los olvidos reales o aparentes de las personas, el desamor y las desigualdades.
Convierte tu existencia en una luz permanente que ilumine senderos de solidaridad y cariño fundamentados en las palabras del Señor. Se una voz orientadora o experta que se eleva por la defensa de la paz, de los derechos humanos y de la protección del planeta.
Recuerda que la vida te da la oportunidad de servir, expresar, crear, aportar, y que no puedes perder tu valioso tiempo.
En síntesis: cada día tienes la oportunidad de ratificar tu razón de ser a través del servicio a los demás, la producción material e intelectual, el crecimiento espiritual y el desarrollo de la amistad como un valor incalculable.
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