El Gaga: reorganización cultural de la religión Vudú

En el transcurso de la semana mayor surgieron una serie polémicas en torno a los bailes de Gaga (Rara), en San Pedro de Macorís. Muchas  voces se han levanto, unas  a favor de la prohibición y otras tantas en contra.  Estás personas opinan con todo su derecho, desde sus convicciones, las mismas teñidas por sentimientos religiosos o en su defecto mágico-religioso.

En este pequeño, pero minucioso artículo se analizará este fenómeno sociocultural, que tiene una serie de matices, tanto económicos como transcultural. Para iniciar se debe señalar que  el Gaga es una realidad cultural que tiene sus orígenes en los bateyes que se forman a los alrededores de los ingenios azucareros. El Gaga, es una manifestación pública que se expresa específicamente en Semana Santa, por esta razón es un conjunto de relaciones socio-religiosas, operante desde un contexto rural, ligado fuertemente a la caña de azúcar.

A través de esta actividad lo que se busca es el salvoconducto para relacionarse con entidades que se encuentran en un plano espiritual. Por esta razón el Gaga, puede ser considerado como una reorganización cultural de la religión Vudú en sus formas dominicana y haitiana. El Gaga, es un culto religioso, en el cual se cree en un conjunto de seres espirituales llamados Loá o Luá, que se pueden comunicar con las personas y hacerle favores a cambio de algo. Por lo antes mencionado en los Gaga se originan los siguientes fenómenos religiosos: animismo, mana, tabú, dendrotría.

En los Gaga no podían faltar las oraciones o cantos, donde los creyentes por medio de las mismos aseguran, que se pueden comunicar con los seres o luá. Pero el fenómeno central del Gaga, no radica en las plegarias, sino en el  trance o en otros términos la posesión espiritual. Según este complejo grupo religioso los seres, misterio o luá, por medio de la posesión, tienen la capacidad de intervenir en la vida de las personas.

Estos grupos socio-religiosos creen que estás entidades espirituales pueden hacer tanto el bien como el mal, “según se haya cumplido con la obligación que se tiene con ellos de proporcionarles lo que pidan, de reconocerlos por el saludo, de complacerlos con música, canciones, comida y con una serie de actos complejos que llegan hasta permitir el uso del cuerpo y de la mentedel devoto por el espíritu, es decir, servir de “caballo” de un ser”.