Opinión

Constitución: fracaso de Santiago como capital

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Por: Roberto Valenzuela

Desde la fundación de la República, los habitantes de la provincia de Santiago de los 30 Caballeros siempre han tenido el sueño roto de convertirse en la capital del país, tratando de desplazar a Santo Domingo. Este deseo está fundamentado en la posición central y vital que ocupa el Cibao en la economía nacional, con Santiago como epicentro económico, político y social de la región Norte. Salta a la vista el atraso de los pueblos sureños, en contraste con los progresistas que han sido las provincias de toda la región Norte.

La fecha crucial del 7 de julio de 1857 resalta como un hito histórico, representando una revolución liberal en el Cibao. Al amanecer del 8 de julio de ese año, República Dominicana tenía dos capitales. Tenía dos gobiernos, uno en Santiago, encabezado por el general José Desiderio Valverde, y el abogado Benigno Filomeno Rojas, vicepresidente. Los dos contaban con el apoyo de los productores de tabaco y el comercio del Cibao. El otro gobierno estaba en Santo Domingo, dirigido por Buenaventura Báez. Culminó con la caída del presidente Báez, viéndose éste obligado a salir al exilio.

Esta revolución culminó con la promulgación de la “Constitución de Moca”, que refleja el deseo de descentralización política y administrativa en la República Dominicana.

En esta Constitución encontramos el artículo tercero en el cual se expresa lo siguiente: ‘La Ciudad de Santiago de los Caballeros, es la Capital de la República y el asiento del Gobierno”.

Esta constitución no sólo estableció a Santiago de los Caballeros como la nueva capital del país, sino que dividió el territorio nacional en tres Departamentos: Cibao, Ozama y Seybo. Este cambio estructural marcó un momento trascendental en la historia de la República Dominicana, moldeando su configuración política y administrativa de manera significativa.

Cada departamento debía ser administrado por un Gobernador nombrado por el Presidente de la República y regulado por Juntas Departamentales compuestas por diputados elegidos por los ciudadanos mediante votación directa.

Como dijimos, la capital de la República quedaba fijada en Santiago de los 30 Caballeros. Este cambio fue efímero, ya que apenas seis meses después, el general Pedro Santana y sus seguidores ejecutaron un golpe de Estado que restauró la dictadura. Santana restableció la Constitución despótica de 1854, desconociendo los derechos humanos y las libertades ciudadanas que había garantizado la Constitución de Moca.

La Carta Magna del 16 de diciembre del 1854 había reetablecido el polémico Artículo 210 de la Constitución del 1844, que sirvió como punto de apoyo de numerosas arbitrariedades y tenía el repudio de los sectores liberales

Los conservadores santanistas, encabezados por Tomás Bobadilla, expertos en artimañas, realizaron una proclama titulada “Manifiesto Nacional, en que se solicita el restablecimiento de la Constitución de diciembre de 1854”. Señalaban que la Capital había sido trasladada a la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuando la de Santo Domingo siempre lo había sido desde el descubrimiento de la isla por parte de los españoles.

El pretexto de los conservadores, para regresar la capital a Santo Domingo, es que era el centro donde se encontraba la Santa Iglesia Catedral con el título de Primada de las Indias y los Palacios de Gobierno. Expresaban que desde la sede del gobierno en Santo Domingo se auxiliaba fácilmente a las demás provincias.

Expresaban que Santo Domingo era la primera plaza fuerte de la República y que en ella habían existido y debían existir los armamentos y arsenales y el asiento del Gobierno, porque era la plaza que prestaba la más completa seguridad.

Indicaban que el Sistema Departamental establecido por la Constitución de Moca, no convenía ni era adaptable a las circunstancias del país porque carecía de hombres suficientes para llenar el gran número de empleados de los que debía de proveerse.

Sostenían que la administración de Justicia no presentaba ninguna garantía y los pleitos se harían largos y dispendiosos.

Junto con el Manifiesto de los conservadores del 27 de julio del 1858, a las diez de la mañana de ese día, una comisión compuesta por Tomás Bobadilla, Francisco Xavier Abreu, Juan Nepomuceno Tejera, Miguel Lavastida y los generales Antonio Abad Alfau, Pedro Valverde y Lara y Francisco del Rosario Sánchez visitaron al general Santana, para proponerle que se pusiera al frente del Gobierno.

Santana aceptó con el pretexto de que “preponderase el orden y se salvare la Nación”.  Cobró fuerza la contrarrevolución que condujo al destierro de los principales responsables de la Revolución del 7 de julio de 1857. Cosas de la vida, la revolución liberal del Cibao derrotó a Buenaventura Báez, obligándolo a correr al exilio. Santana derrotó a los Cibaeños, teniendo estos revolucionarios también que correr al exilio.  Así se diluyó la Constitución de Moca, una de las más liberales que ha tenido el país. Fuentes: Revista Clío del Archivo General de la Nación (AGN), página web del ayuntamiento de Moca.

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