Editorial periódico Camino.
La migración haitiana a nuestro país es un tema que provoca constantes debates, algunos cargados de pasiones que trastornan la racionalidad. Sabemos que la crisis política, social y económica que atraviesa el hermano pueblo haitiano ha empujado a muchos de sus habitantes a cruzar la frontera para venir aquí en busca de una vida mejor.
Estamos conscientes de que el Estado dominicano tiene todo el derecho de regular la presencia de los extranjeros que vienen al país.
No podemos ignorar que en la aplicación de las leyes migratorias los miembros de la Dirección General de Migración han cometido excesos y abusos que maltratan los derechos de todo ser humano. Estas prácticas le han puesto en las manos a organismos internacionales pretextos para condenarnos.
Tenemos esperanza de que estas acciones serán erradicadas al escuchar las declaraciones del nuevo director de Migración, vicealmirante Luis Rafael Lee Ballester, cuando al asumir el cargo expresó: “Yo no quiero escuchar, ni ver acciones de macuteo. Yo no quiero ver camiones de Migración parados en montes haciendo transacciones con inmigrantes irregulares.”
Señor director de Migración, esperamos que sus palabras no se las lleve el viento, y que su gestión muestre a la sociedad dominicana que se puede hacer cumplir las leyes sin lesionar la dignidad de un ser humano, que es hijo de Dios. Haga la diferencia.