
Editorial periódico Camino
La vida de la Iglesia y del mundo, en efecto, sólo se comprende en la sucesión de las generaciones, y abrazar a un anciano nos ayuda a comprender que la historia no se agota en el presente, ni se consuma entre encuentros fugaces y relaciones fragmentarias, sino que se abre paso hacia el futuro.
Así nos habla el Papa León XIV en su mensaje con motivo de la Quinta Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos.
Es que nuestros abuelos son un manantial de sabiduría. su experiencia acumulada los convierten en un libro cuyas páginas nos enseñan el camino recto, y la prevención de fracasos en la vida. Son un tesoro.
¡Cuán a menudo nuestros abuelos han sido para nosotros ejemplo de fe y devoción, de virtudes cívicas, y compromiso social de memoria y perseverancia, en las pruebas! Este hermoso legado, que nos han transmitido con esperanza y amor, siempre será para nosotros motivo de gratitud y de coherencia.
En la actualidad muchos de nuestros abuelos y ancianos dominicanos están pasando por momentos muy difíciles porque cuando ya se agotan sus fuerzas y llegan las enfermedades no encuentran el apoyo necesario para adquirir los medicamentos que requieren para aliviar sus dolores, y recuperar la salud.
Cuántas familias dominicanas ven consumirse su pobre presupuesto familiar comprando los medicamentos cada día más caros, y que sus seres queridos usan de forma continua. Esto crea angustia que se va transformando en un deterioro de su salud mental.
Esperamos que esta Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos celebrado el pasado domingo 27 de julio, sensibilice a todos los actores del sector salud para buscar los correctivos necesarios que frenen la escalada alcista de los medicamentos. De no hacerlo estarían acelerando la muerte de tantos dominicanos y dominicanas que se sienten olvidados por quienes están llamados a proteger a nuestros adultos mayores para que lleven una vida mejor, y no cuando están en el ocaso de su existencia.


