Opinión

¿Por qué varían los rankings universitarios según la región? Una mirada a los resultados de QS 2025

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Cándido Almánzar.

 

MAO, VALVERDE. – En el escenario actual de la educación superior, los rankings universitarios constituyen una referencia de creciente importancia para la toma de decisiones institucionales, gubernamentales y personales. Sin embargo, no todos los rankings obedecen a los mismos criterios ni buscan responder las mismas preguntas. Así lo evidencia el QS World University Rankings 2025 y su contraparte regional, el QS Latin America & Caribbean Rankings, cuyos resultados pueden diferir notablemente incluso cuando se evalúan las mismas instituciones.

 

La edición mundial del QS Ranking analizó más de 8,000 universidades de todos los continentes, priorizando variables como reputación académica internacional, número de citaciones científicas por profesor, red internacional de investigación, empleabilidad global de los egresados, movilidad estudiantil y proporción de estudiantes extranjeros. Estos parámetros colocan el foco en la capacidad de competir en un entorno globalizado, donde la visibilidad científica y los vínculos internacionales son claves.

 

Por el contrario, el QS Latin America & Caribbean Rankings adopta un enfoque más contextualizado. Considera indicadores que, si bien se mantienen en parte alineados con los criterios globales, introducen elementos que responden a realidades propias de la región. Entre ellos destacan el número de profesores con grado doctoral, la productividad científica regional, el impacto web institucional y la presencia de programas de investigación pertinentes a los desafíos locales. Esta mirada favorece una evaluación más equitativa entre universidades con menor proyección internacional pero con contribuciones significativas a sus entornos sociales, culturales y económicos.

 

La disparidad entre ambos listados no implica contradicción, sino más bien complementariedad metodológica. Una institución puede no figurar en el ranking global por carecer de publicaciones en revistas indexadas a gran escala o redes de colaboración internacional robustas, pero sí destacarse regionalmente por su impacto educativo, su investigación aplicada o su compromiso con el desarrollo sostenible local.

 

Comprender estas diferencias resulta esencial para una interpretación justa y estratégica de los rankings. En lugar de asumirlos como verdades absolutas, conviene analizarlos como herramientas diagnósticas que orientan la mejora continua, el posicionamiento académico y la definición de políticas públicas en educación superior. La clave está en utilizar los datos para fortalecer nuestras universidades desde su identidad y vocación regional, sin renunciar a la excelencia ni a la proyección internacional.

 

La educación superior en América Latina y el Caribe debe seguir ampliando su mirada hacia el mundo, pero sin perder de vista el valor de sus raíces. Que los rankings sirvan no para competir, sino para crecer y servir mejor a nuestras sociedades.

 

Cándido Almánzar. Educador , defensor de una pedagogía humanista y transformadora

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