Opinión

El país de nosotros

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Por Luis Córdova.

En un reportaje para el programa matutino en el que laboro, los reporteros Henry Arias Abad y Ernesto Tatis, entrevistaban a comerciantes y compradores del mercado del Hospedaje Yaque, sobre el precio de los productos de la canasta básica.

El reporte para la sección económica desbordó el tema de origen para trocarse en un repertorio de frases interesantes y sentencias del diario vivir. Sin miramientos, un anciano curtido de tiempo y rudezas, deslindó las realidades con una aseveración “el país de nosotros es diferente”.

Como en la canción “Llover sobre mojado”, Silvio me dice lo que acaba de hacer este cibaeño con los jóvenes reporteros, el hombre doblemente los sumó a su estatura.

Existe una realidad que va en paralelo al país político, a los intensos debates teóricos del twitter, a los gastados recursos de memes que nos divierten con la cruda realidad en las redes sociales. Hay una realidad ignorada adrede, pactada para no ser vista, porque nos pusimos los lentes de la “rentabilidad media”.

Ese “país de nosotros” ignora que una política pública sea objeto de debate, que un derecho fundamental pueda mover una nación en defensa de sus intereses legítimos, un país, “minúsculamente inmenso”, que ignora tanto que hasta se ignora a sí mismo.

En ese “país de nosotros” las horas se marcan por ratos y los días por “tiempos buenos o malos”, la rentabilidad está cifrada en “flojo o apretado”. Así no se precisa el menester constitucional, las crisis de liderazgo, la delincuencia, el desorden y el caos de lo urbano y sus manías. la contabilidad morbosa de los fenecidos turistas, las cifras que van en aumento o descenso. Todo en el ahora de un país, el de nosotros, porque lo demás puede esperar, en esa otra nación.

Seguimos viviendo en el Botado. Desde la imagen que revela un hombre que se desahoga ante las cámaras de un programa que quizás nunca verá, frente a los sacos con los rubros que espera vender me hace volver sobre Galaripsos, publicación que en 1908 ubicó a su autor Gastón Fernando Deligne como “el más notable de los ingenios dominicanos de la actual generación” a juicio de Menéndez y Pelayo.

En esta obra se incluye un poema de 1897, “En el Botado”. Pieza de una contundencia y belleza que nos hace pensar que toda nuestra génesis como nación se encuentra, desnuda de inocencia, en aquel cosmos vegetal donde lo humano apenas asoma.

Allí “ocurrían el tiempo, la sangre y la vida, no la historia”, “En el botado”, se estableció un orden rudimentario de un “Cacique de una tribu de esmeralda”; entonces el bohío fue un palacio indígena, el monte sirvió para respaldar un río. Allí vivió un “Adán silvestre y su costilla montaraz, le hiciera / venturoso hospedaje”. Entonces el poema se hace épico: “pero en una lluviosa primavera, / la débil cerca desligada y rota / empujó la pareja enamorada / a otra huerta remota; / y en medio a tanta flor recién abierta, / quedóse la heredad abandonada, / y la mansión desierta.” Inicia la narración de un peregrinar hacia la nada.

Para Deligne la ingenuidad fue advertida del saqueo. Nacimos y seguimos siendo “En el Botado”, aun permanecemos en un edén perdido, insular donde la ignorancia nos premia con paz.

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