Por: Rafael A. Escotto.
Lei en la prensa digital una perifrase de uno de los tantos influyentes politólogos que en el pais (República Dominicana) lucubran imaginaciones dramáticas, como esta: «No seria descabellado que Fernandez negocie con Abinader». Y me digo a mi mismo, como el poeta: «Tú de nuevo, tú»
Para penetrar en el subconsciente del politogo Daniel Pou tuve que visitar el poema de Ruben Dario titulado «Divagación«, andar entre sus lineas de pensamiento y divagar. Salí de aquel poema de Dario. Luego, entro a una frase de Tale de Mileto donde encontré un consejo lleno de sapiencia: «Lo más sabio es el tiempo, porque esclarece todo.»
Sigo navegando sobre las olas del planteamiento del politogo Pou En medio de su contenido aventurero y agitado recuerdo la obra Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam; volteo mi rostro y miro el libro «Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones» del filosofo francés Michel Foucault y no me detengo en él; continuo mi divagacion buscando el sentido preciso de la idea que propone Daniel Pou o de la cual se hace eco.
Me separo brevemente de la opinión del politologo y observo en la distancia un tramo estrecho de camino sin ningún final y un hombre de tes obscura, con porte de lider que transita cabizbajo.
Al final del trecho aparece un grupo de personas sin rostros, con sus brazos abiertos, como quien va al encuentro de alguien, y, de pronto, al notar quién es aquel hombre que viene con porte de lider, rapidamente cierran sus brazos y luego alcanzo a ver una nube de polvo que se levanta del grupo.
Siempre dentro de la opinión del sociólogo, figuro que entro a una casa y respiero olores a rosas que simboliza un triunfo inesperado. Veo una persona joven, esbelta, de tez clara, sentado leyendo un libro. Me coloco mis vinuculares para poder ver bien desde la distancia el titulo de la obra y leo: «La trampa de Satanás«, escrito por el envangelista estadounidense John Bevere.
Ante aquel titulo tan impactante me pregunto: ¿Por qué Luis Abinader tiene que leer esta obra en este momento? ¿De quién trata de cuidarse?
Para tratar de encontrarle respuesta a mis preguntas, visito de nuevo el libro «La trampa de Satanás». Me detengo en el prólogo y leo:
«Cualquier persona que ha cazado animales utilizando trampas sabe que, para funcionar bien, una trampa debe cumplir dos requisitos. Primero, debe estar escondida, de modo que el animal que desea atrapar tropiece con ella, y debe tener una carnada, a fin de atraer al animal a su mortal engaño».
Me digo una y otra vez, la !trampa…la trampa! y me vuelvo a preguntar, siempre dentro de la opinion del sociologo, donde más habré leido sobre la trampa…«!Ya recuerdo!, -digo- fue Mario Benedetti quien escribió un poema con el igual titulo»:
«Qué trampa, esa lejana vocina/que se quiebra/como un viejo sollozo/que mentira ese tango esa guitarra/esa clara desierta inexplicable/melancolias de las azoteas/.»
Siempre pensando en la opinion del politologo Daniel Pou, pienso que algo no muy claro quedó en mi mente despues de leer el prólogo del libro La trampa de Satanás y regreso al preambulo y es en este momento cuando leo lo que resolvió mi inquietud y por lo que creo que vi a Luis Abinader leyendo esta obra, veamos
«Satanás, el enemigo de nuestras almas, incorpora ambas estrategias, preparando las trampas más engañosas y mortales, bien ocultas y con su carnada lista. Satanás y sus huestes no son tan fáciles de distinguir como muchos creen. El diablo es sutil y se deleita en el engaño. Es astuto, hábil y mañoso en su forma de operar.
No olvidemos que puede disfrazarse de ángel de luz. Si no estamos preparados…para distinguir el bien del mal, no reconoceremos sus trampas como tales.»
1 thoughts on “La trampa”
Sorry, comments are closed.