Opinión

Dos discursos, un solo ganador: Danilo Medina

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Rafael A. Escotto

Por: Rafael A. Escotto.

«El éxito de tu presentación vendrá dado no por el conocimiento que transmitas sino por el que reciba el público.» –Lily Walters

El discurso del expresidente Leonel Fernández careció de grandeza. por aquello que expresó el escritor Harvey Diamond, conocido por su obra El desafio: «Si tú no sabes qué quieres conseguir con tu presentación, tu audiencia tampoco lo sabrá.»  Me entritecí al ver un politico y orador como Fernández ofuscado, indeciso en lo que pretendia demostrar y afanoso por encontrar fervientes entre el publico que le escuchaba por la television. Después de su alocucion la sombra opacó la luz. Todo quedó en penumbra.

El discurso el Licenciado Danilo Medina Sánchez a la nación no solo fue inapelable, fue además apoteósico y esclarecedor de hechos politico electorales que de haberse dejado sin aclarar, la opinión pública hubiese pensado que la farsa de Leonel con relación a la supuesta traición del actual presidente de la República contra él eran verdades verosímiles.

El tono de  la disertación de Medina Sánchez fue firme, seguro y convincente, como debe ser toda disertación que pretenda limpiar injurias con las que se buscaba manchar el honor de un jefe de estado.
Esta disertación del presidente Medina fue histórica, en tanto deslindó reputaciones que tienen que ver con capacidades y  colaboraciones en materia de mercadeo político para construir o impulsar un liderato, como el de una persona como Leonel Fernández, sin hábito de trabajo ni de esfuerzo, y a quien los expertos en política del PLD, encabezado por Danilo Medina, debieron en varias ocasiones exigirle coraje para que este pudiera convertirse en presidente de esta república

La alocución del presidente Medina no solo despojó a Leonel Fernández de su manto de intelectualidad política, al mismo tiempo, representó, sin lugar a duda, un balance minucioso y esclarecedor de compromisos programáticos para resguardar al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de cometer desaciertos causados por desatinos en la conducción del partido, desatinos que pudieron poner en peligro la permanencia de esa organización en el poder.

Ningún partido político podría sostenerse mucho tiempo en el poder con un liderato, como el de Leonel, quien en momentos estelares en vez de enseñar valentía lo que hacía era desalentarse, encerrándose en su falta de bríos políticos, parecido al emperador romano Diocleciano.

Leonel siempre ha necesitado de una persona como Maximiliano, un Galerio o un Constancia que le ayude a cargar con el peso de sus gubernaturas. En el caso nuestro, Danilo siempre estuvo detrás del poder de Fernández haciendo el diseño de la estrategia política y aconsejando al príncipe sobre el arte de gobernar.

Esta alocución del presidente Medina no solo exhibió un tono triunfante, además de contundente y vigoroso en su forma de expresión, fue enérgico  en las palabras y probó mentiras que han sido enarbolas a los cuatro vientos contra el mandatario, como si se tratara de nuestra bandera, que flamea sin su escudo. En este caso, yo diría como expresara Noam Chumsky: «La población general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe.»

Aunque los simpatizantes del expresidente Leonel Fernández no quieran reconocer el efecto de esta alocución de Danilo Medina porque hacerlo significaría tener que abandonar esta batalla loca que han iniciado contra la Junta Electoral llamando fraude a una derrota electoral que  ha quedado demostrada después de las exploraciones a que fue sometido el sistema electrónico de procesamiento de datos de la Junta a petición del equipo técnico que representa al exjefe de estado quien ha abandonado motu propio los predios de su antiguo partido, el de la Liberación Dominicana, para irse a liderar el partido La fuerza del pueblo, antiguo Partido de los Trabajadores.

Esta guerra me lleva a aquella otra guerra entre tropas soviéticas y extra checos de una película de Hollywood llamada La batalla por el puente Remagen.
Debo decir, sin ánimo de lisonja, que el país se sintió dignamente representado al oír un mandatario como Danilo Medina Sánchez armado de vigor, rompiendo con su habitual comedimiento, contradiciendo agravios políticos y morales que no pueden dejarse que pasen frente al país sin ser rebatidos en la forma y en el lugar donde fueron articulados por el expresidente del PLD, quien se ha distanciado permanentemente de su partido por no saber perder.

Finalmente, me permito recurrir a un refrán que podría representar lo que yo pienso de Leonel Fernández: «Nos enseñan siempre que lo único que importa es ganar. Lamentablemente nunca nos enseñan a perder con dignidad.»

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