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ECO DESDE EL MONUMENTO: Reafirmando el derecho de la mujer

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Por: Rafael A. Escotto

«Hoy como ayer, las mujeres deben negarse a ser sumisas y crédulas, pues el disimulo no puede servir a la verdadGermaine Greer.

En las calles del país se comenta en voz alta el lanzamiento de la candidatura de la doctora Margarita Cedeño de Fernández, para optar por la presidencia de la Republica Dominicana en las elecciones presidenciales del 2024. Como es natural, han aparecido en el seno de la sociedad opiniones favorables y opuestas. La misma actitud hubiese sido oída si la pretendido pre candidatura la hubiera anunciado otra mujer.

Escribo este artículo libérrimamente, a manera de evitar que otras mujeres talentosas del país y de cualquier partido político renuncien a sus aspiraciones presidenciales al aceptar como válidas las cantaletas o murmuraciones machistas recelosas de la capacidad de las mujeres de sus partidos.

Recuerdo que una Margarita de apellido Zabala esposa del expresidente Felipe Calderón causó revuelo en México cuando anunció sus intenciones de competir por la presidencia de la república en las elecciones de 2018 después de renunciar el 6 de Octubre de 2017 al Partido Acción Nacional (PAN), luego de treinta y tres años de militancia.

La sociedad Mejicana al igual que la dominicana está fundada sobre una base patriarcal, de tal manera que la mujer tiene que asumir una posición de sumisión hacia el hombre.  Como no me crie en estas clases de sociedades, mi pluma, en este caso y en otros, tiende a desplazarse libre sobre las páginas de este periódico, por eso mis escritos suelen volar soberanos sobre el mar y la meseta, como el cóndor o el águila americana.

Para este trabajo he preferido visitar un poema de la escritora líder del feminismo y activista política peruana Magda Portal, para que sea ella y no yo quien le permita a los hombres políticos entrar a su ideología y leer lo que podría haber pensado la dominicana Margarita Cedeño, las mejicanas Socorro Ibarra de Piedra, la costarricense Natalia Díaz y la estadounidense Victoria Woodhull, cuando se animaron a lanzar sus propósitos de optar por la presidencia de la república de sus respectivas naciones.:

Veamos este verso apasionado de Magda Portal: «Un día seré libre, aún más libre que el viento/ será claro mi canto de audaz liberación/ y hasta me habré librado de este remordimiento/secreto que me hunde su astilla al corazón.»

 En mis afanes intelectuales en los Estados Unidos, he tenido la oportunidad de leer muchos poemas de mujeres escritoras como Emily Dickinson, nacida en Massachusetts y quien comparte el sagrado mausoleo de los poetas estadounidenses como Walt Whitman y Edgar Allan Poe, entre otros.

De Dickinson  recuerdo una frase que muchos  habrán leído y sobre la cual he querido cabalgar para que mujeres que buscan despuntar en la política, en las artes y en el mundo de las letras lo hagan sin temor: «Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie.»

 Este artículo no está dedicado únicamente a estimular las aspiraciones presidenciales de la doctora Margarita Cedeño. MI propósito es alentar a toda mujer inteligente que crea que puede ser atleta y dar  un salto de garrocha en el campo de la política.

Le sugiero leer una locución de la escritora británica Virginia Woolf, autora de varios ensayos como «Acceso de la mujer a la educación», con los cuales demostró que las mujeres son capaces de producir obras literarias de calidad y ser políticas exitosas: «No hay barrera, cerradura ni cerrojos que pueda imponer a la libertad de mi mente».

 No hay duda que la discriminación contra la mujer ha jugado un papel en llevarnos a no elegir para la presidencia a mujeres talentosas como Hillary Rodham Clinton, quien expresó en su lanzamiento de campaña en 2016: «Estoy dentro y voy a ganar”.

 Esta palabra estimuló «la esperanza en todos los que sueñan con la paridad política: que una mujer pronto podría ser presidenta de Estados Unidos», como escribió en algún momento la periodista Swanee Hunt, en su columna política de CNN.

 Repito que en esta frase se irguió la voluntad de las estadounidenses Victoria Woodhull en 1872, Hillary R. Clinton, de las mejicanas Margarita Zabala, Socorro Ibarra de Piedra, Natalia Díaz, costarricense, presidente de Unidos Podemos  y de Margarita Cedeño.

Estoy defendiendo el derecho no de la doctora Margarita Cedeño de Fernández,  a quien no conozco personalmente ni me une ningún lazo afectivo de carácter político, sino los derechos, presentes y futuros de otras mujeres,  como podría ser los de la talentosa y valiente Raquel Arbaje Soni, esposa del presidente Luis Abinader, si en algún momento ella se animara por la presidencia de la república.

Me arriesgaría decir, que en el supuesto de una aspiración presidencial de la señora Arbaje Soní su esposo Luis Abinader, no se opondría ni sentiría ningún recelo porque pienso que él no es de los hombres misóginos. Las candidaturas de estas mujeres y otras que podrían seguir sus anhelos políticos, me llevan a parafrasear en el colofón de este trabajo a la activista política estadounidense  Ángela Davis: «No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar»

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