Opinión

ECO DESDE EL MONUMENTODoña Zoila Martínez, eficiencia y nobleza

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Por: Rafael A. Escotto

Evaluar con objetividad y sin apasionamiento una labor, cual que sea ese quehacer, no es un asunto fácil de emprender, sobre todo, en una sociedad emocionalmente afectada en la que calumniar y levantar falso testimonio no es en apariencia un delito y sí que lo es jurídicamente, ultrajar el trabajo ajeno resulta un pasatiempo para estas clases de alimañas sociales que con tantas frecuencias enseñan sus malos olores.

Sin embargo, en el caso de la Defensoría del Pueblo que dirigió la doctora en derecho y prestante dama doña Zoila Martínez Guante, la mentalidad del injurioso no ha encontrado razones o espacios para ejercer este abominable oficio de ratoneras social tan desagradable.

Y uno se pregunta ¿Por qué esta vez la granujada de este espécimen que la sociedad muchas veces encubre debajo de su falda larga y desteñida no ha salido de su madriguera antisocial?

Donde el quehacer tiene calidad genuina y lo representa un (a) intérprete de la categoría de doña Zoila Martínez, la labor del calumniador, por contrato o por alguna neurosis orgánica, no suele salir de su guarida.

Esta eficiente Defensora del Pueblo además de inteligente, conoce al dedillo, o sea, con todo detalle el carácter del dominicano y tiene otra facultad aun mejor: es osada. La persona osada o valiente actúa porque no tiene cola que le pisen.

Realizar la labor de Defensor del Pueblo en sociedades en la que existe injusticia por los desequilibrios sociales y económicos que absorben negativamente la vida de sus ciudadanos y por esos efectos aparecen reclamos que por venir de sectores socialmente deprimidos no encuentran atención que los escuchen y canalicen sus preocupaciones.

La defensoría del Pueblo es la institución más difícil de manejar por sus complejidades intrínsecas: poco presupuesto financiero, tiene que bregar contra intereses y poderes facticos asociados muchas veces el uno con el otro, haciendo complicada el ejercicio de su labor, inclusive, frente a instituciones de carácter público. Es decir, que una persona con una carga emocional alta puede constituir un factor manipulable y en razón a esta carga afectiva, su capacidad de razonamiento se desnivela y de la misma manera, su efectividad disminuye sensiblemente.

Doña Zoila Martínez Guante, en medio de sus propias dificultades particulares, tuvo tanta capacidad o fuerza de actuación que pudo, en medio de grandes torbellinos, mantener estabilizada su calma para poder encontrarle soluciones a los miles de solicitudes de intervenciones que le llegaban a diario desde las comunidades nacionales. Cada una de estas demandas debían ser previamente evaluadas, sin apasionamiento, siempre buscándole la base lógica a las quejas de la ciudadanía para que sus acciones lograran ser atendibles.

Es decir, que doña Zoila como directora de la Defensa el Pueblo fue una persona imparcial, profesionalmente calibrada, socialmente honesta y, sobre todo, poseedora de una conciencia individual o ego que le daba capacidad para percibir la realidad de su responsabilidad sin excederse en sus valorizaciones. Además, ella no tenía ni tiene más aspiración que la que le confería su cometido.

Esa consonancia entre el ego y el yo alternativo que se cree que es diferente a la personalidad original o normal, me pareció algo maravilloso que ella pudo lograr disciplinar las alteraciones de ambos personajes o fuerzas psíquicas. Doña Zoila Martínez Guante supo mediar entre lo que Sigmund Freud llamó, el Ello y el superyó.

Mas maravilloso resultó para mi valorar en ella a través de este trabajo su capacidad de poder controlar los instintos y necesidades del Ello con los ideales y aspiraciones del superyó «de cara al mundo exterior.» Verdaderamente que doña Zoila Martínez mereció el reconocimiento que le hizo recientemente el Tribunal Constitucional que preside el honorable Magistrado doctor Milton Ray Guevara.

No creo, hasta prueba en contrario, que el Gobierno logre encontrarle un o una substituto (a) para el cargo de Defensor del Pueblo como la doctora Zoila Martínez Guante. Esa templanza o prudencia que mostró la directora saliente en la aplicación del criterio lógico para sus actuaciones reivindicativas en busca de una justa compensación a favor de los ciudadanos más vulnerables de nuestra sociedad, no tiene parangón en la historia de la institución de la Defensorio del Pueblo.

Ni en Europa, donde fue que surgió por primera vez el Ombudsman ha tenido tanta consecuencia social que en la República Dominicana donde paradójicamente coexisten las desigualdades socioeconómicos más excesivas y alarmantes contra la población y la injusticia social más brutal.

La actuación de doña Zoila Martínez Guante fue cerrando esa brecha de discriminación y de injusticia social, sin estridencia y sin aparatosidad. Tanto el sector privado como el público respondieron a sus reclamos y la población recibió su resarcimiento, claro está, en la medida de lo razonable.

En la culminación de este articulo solo me restaría desearle a doña Zoila Martínez, que la salud le premie su existencia y que el Todopoderoso la toque con una larga y fructífera vida donde quiera que ella esté o donde el destino la lleve a ofrecer sus servicios profesionales.

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