Opinión

La lucha con el yo interior

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Por: Karleny Cabrera

¿Por qué vuelvo a hacer aquello que dije que no haría? ¿Por qué vuelvo a caer en lo mismo? ¿Cómo dejaré de practicar eso? Estas y muchas preguntas relacionadas pasan por la mente de las personas cuando se encuentran cayendo en el mismo error que habían cometido y que se prometieron a sí mismos que no harían más.

La verdad es una sola y hay que exponerla tal cual. La Biblia dice que aquello malo que el ser humano practica, no lo hace el hombre en sí, sino el pecado que mora dentro de él. El apóstol Pablo expone esto en el libro de Romanos, capítulo siete, desde el versículo siete hasta el veinticinco.

Al escudriñar las Sagradas Escrituras en el pasaje bíblico mencionado en el párrafo anterior, podemos aprender que, aunque no queramos hacer el mal, caemos una y otra vez en él; esto a causa del pecado que habita dentro de nosotros y que es contrario a las buenas obras que en nuestro corazón anhelamos siempre hacer.

Para confirmar lo expuesto, citemos la palabra de Dios. Romanos 7: 20-21 manifiesta lo siguiente: “Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”.

Es una batalla entre la carne –que representa el yo, el pecado- y el espíritu –que es lo de Dios en el hombre-. Luego entonces, nos encontramos en esta lucha y, a veces, lamentablemente, la carne nos gana y quiere señorearse haciéndonos poner en práctica el mal.

En todo esto hay buenas nuevas, y es que el Espíritu Santo siempre está ahí, haciéndonos entender que hemos fallado, e incitándonos a humillarnos ante Dios para pedir perdón y que él, en su infinito amor, remedie ese error y nos haga seguir hacia adelante en nuestra disputa.

Ahora bien, no se puede caer en el error de pecar deliberadamente, porque hay maneras de pecar que podemoscontrolarlas. Solo hay que pedirle al Señor sabiduría y dominio propio para manejarnos sabiamente y con prudenciaen el momento de la tentación, porque alejarse del pecado siempre traerá más cercanía a Dios.

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