Por: Araceli Aguilar Salgado
“La pobreza no se combate con discursos, sino con oportunidades.” Muhammad Yunus
La pobreza laboral es una de las problemáticas más lacerantes en México, afectando a millones de trabajadores que, pese a contar con empleo, no logran obtener ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. Aunque las cifras oficiales muestran una reducción histórica en la pobreza laboral, pasando del 46% en 2020 al 33.9% en el primer trimestre de 2025, la realidad detrás de estos números es más compleja. La informalidad, los bajos salarios y la desigualdad regional siguen siendo obstáculos estructurales que impiden una mejora sustancial en la calidad de vida de los trabajadores.
El Concepto de Pobreza Laboral: Más Allá de las Estadísticas
La pobreza laboral se define como la condición en la que una persona, pese a tener empleo, no percibe ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos y cubrir necesidades esenciales como salud, educación y vivienda. Este fenómeno no solo refleja una crisis económica, sino también una falla estructural en el sistema laboral mexicano.
Si bien el gobierno ha promovido políticas como el aumento del salario mínimo y la eliminación de la subcontratación, estos cambios han sido insuficientes para garantizar un salario digno. Más de la mitad de los trabajadores en México aún no ganan lo suficiente para superar el umbral de pobreza salarial, y la informalidad sigue afectando a más del 54% de la población ocupada, privándolos de seguridad social y estabilidad laboral.
El Discurso Oficial vs. La Realidad del Trabajador
El gobierno ha celebrado la reducción de la pobreza laboral como un logro histórico, atribuyéndolo al incremento del salario mínimo y a reformas laborales. Sin embargo, un análisis más profundo revela que estos avances no han sido suficientes para transformar la estructura del mercado laboral.
- Brecha de Género: La pobreza laboral afecta desproporcionadamente a las mujeres. Por cada 100 hombres en esta situación, hay 113 mujeres, lo que evidencia una desigualdad persistente en el acceso a empleos bien remunerados.
- Desigualdad Regional: Mientras que estados como Baja California Sur y Quintana Roo presentan tasas de pobreza laboral inferiores al 20%, entidades como Chiapas, Oaxaca y Guerrero superan el 50%, reflejando una disparidad económica que no ha sido atendida de manera efectiva.
- Persistencia de la informalidad: Aunque la tasa de informalidad ha disminuido ligeramente, sigue afectando a más de la mitad de los trabajadores, lo que significa que millones de personas carecen de acceso a seguridad social y prestaciones laborales.
Estos factores demuestran que, aunque las cifras han mejorado, la raíz del problema sigue intacta: el trabajo en México continúa siendo una fábrica de pobreza para millones de personas.
Hacia una Solución Integral: Más Allá de los Programas Sociales
Los programas sociales han sido utilizados como una herramienta para mitigar la pobreza, pero no pueden sustituir la necesidad de empleos dignos y bien remunerados. Para lograr un cambio real, es necesario implementar políticas estructurales que garanticen condiciones laborales justas y sostenibles.
- Formalización Laboral: Incentivos fiscales y créditos accesibles para pequeñas y medianas empresas pueden facilitar la transición de trabajadores informales a empleos formales.
- Salario Digno: Establecer un salario mínimo basado en la inflación y el costo de la canasta básica permitiría que los trabajadores cubran sus necesidades esenciales sin depender de subsidios gubernamentales.
- Acceso a Seguridad Social: Garantizar cobertura universal para trabajadores formales e informales es clave para reducir la vulnerabilidad económica.
- Educación y Capacitación: Programas de formación profesional orientados a sectores estratégicos pueden mejorar la empleabilidad y la productividad laboral.
- Equidad de Género: Reducir la brecha salarial y garantizar condiciones laborales equitativas para mujeres es fundamental para combatir la pobreza laboral.
La reducción de la pobreza laboral en México es un avance significativo, pero no debe interpretarse como una solución definitiva. Las cifras pueden mostrar una mejora, pero la realidad de millones de trabajadores sigue marcada por la precariedad, la informalidad y la desigualdad.
Para que la disminución de la pobreza laboral sea sostenible, es necesario un enfoque integral que combine crecimiento económico con empleos de calidad y derechos laborales garantizados. La justicia social no se logra únicamente con aumentos salariales o programas sociales, sino con una transformación estructural del mercado laboral que permita a cada trabajador acceder a una vida digna.
El desafío sigue siendo pasar del discurso a la acción. ¿Está México preparado para enfrentar este reto y garantizar un futuro laboral más equitativo?
“El verdadero progreso social no consiste en aumentar la riqueza, sino en reducir la pobreza.” Víctor Hugo
Araceli Aguilar Salgado Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Analista y comentarista mexicana, del Chilpancingo de los Bravo del Estado de Guerrero E-mail periodistaaaguilar@gmail.com