Opinión

Quino el de Mafalda

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Por: Rafael A. Escotto

«Creo que me estoy haciendo mayor, últimamente tengo más citas médicas que románticas.» Mafalda.

El día que murió Quino hubo en Argentina un silencio de muerte. Ese día la risa no salió a alegrar las calles, salieron las lágrimas del corazón mojando las almas con sus llantos. Los stands de periódicos en Buenos Aires se pintaron con los colores de los lloros; solo quedó la tristeza en las portadas de los diarios a manera de nostalgia. La muerte de Quino opacó el hostil «debate» entre Trump y Biden. Todo un espectáculo político para una de las historietas graciosas de Dino.

Las tiras cómicas quedaron a medio terminar sobre un pálido papel esperando al artista que no llegaría nunca más a la mesa de dibujos; el lápiz de los trazos maravillosos de las historias animadas que llenaron nuestra infancia de chistes, andanzas de personajes y de héroes se le vio inerte, sobre el papel.

La ausencia del artista y del escritor que fue Quino lo dejó su lápiz sin frases, sin esas expresiones de la vida cotidiana que aconsejaron a los argentinos en la búsqueda de las cosas que les hacen bien a través de sus personajes creados por él y con los cuales se solidarizó el pueblo argentino y el mundo.

Ese humor negro de Quino tan propio de él y tan habitual en sus tiras cómicas reflejaron el hombre que vivió un ciclo de juventud rico en experiencias y en vivencias socarronas que contribuyeron a forjar su personalidad y le dieron vida a su creación artística, todas llenas de ironía y de sarcasmos que llevaban al lector a reflexionar.

De todas las frases de Quino la que más me encantó al leerla fue la vida al revés, veamos:

“La vida debería ser al revés; Se debería empezar muriendo y así ese trauma está superado; ¡luego te despiertas en una residencia mejorando día a día… después te echan de la residencia porque ya estás bien, y lo primero que haces es cobrar tu pensión! Luego en tu primer día de trabajo te dan un reloj de oro… Trabajas 40 años hasta que seas lo bastante joven como para disfrutar de tu retiro laboral; entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo y te preparas para empezar a estudiar. Luego empiezas el colegio, jugando con tus amigos sin ningún tipo de obligación, hasta que seas bebé. Y te pasas los últimos nueve meses flotando tranquilo, con calefacción central, servicio de habitaciones, etc. ¡Y al final abandonas este mundo en un gran orgasmo!”

El verdadero nombre de Quino es Joaquín Salvador Lavado Tejón. Su personaje más popular y cautivador fue una niña de 6 años de edad llamada Mafalda, una figura de la historieta latinoamericana. Según mi investigación para este artículo, Mafalda nace en 1962 a resultado de un encargo para hacer una historieta que, de manera subliminal, promocionaría unos electrodomésticos de la marca Mansfield.

Las tiras cómicas de Quino nos llevaron de una vida oscura de miedo, de las cosas malas que ocurren, a encontrar la luz. Este gran artista argentino llenó nuestra niñez y luego nuestra infancia de historietas divertidas a través del personaje de Mafalda, una niña respondona, de pelo negro, un tanto esponjado o curly desordenado, el cual ata con un moño, «preocupada por la situación del mundo.»

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