Por: Karleny Cabrera
Mucho se ha analizado la situación en la que el ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Orlando Jorge Mera, fue asesinado en el interior de su oficina por un amigo de infancia. Todos tratan de entender el porqué del hecho, y el trasfondo del mismo.
Es verdad que cuesta creer que un compañero de la niñez y de completa confianza del funcionario haya sido el autor y hacedor de ese fatídico hecho que consternó a la población dominicana.
Sin embargo, y más allá del dolor que trae consigo este horrible acontecimiento, salen a relucir valores cristianos que deben ser realzados, ya que la dureza del corazón y la maldad, fuerzan para opacar aquello que viene de Dios y que fue puesto de manifiesto tras este suceso.
El ministro dejó un legado muy relevante en su familia, y es el del perdón. A solo horas más tarde de su asesinato, la familia del fenecido emitió un comunicado donde, entre otras cosas, expresó que perdonan al autor de este trágico crimen.
Con esto queda evidenciado que el amor de Dios sigue vigente en los corazones; pues, no es un acto fácil de asimilar el perdonar al homicida de un familiar, y mucho menos en estas circunstancias; pero, es que la Biblia dice en el evangelio de S. Lucas 6:37: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
Ejercer el perdón no es una tarea factible; puesto que esto implica dejar de lado el orgullo y, muchas veces, lucir en humillación ante otros; pero, hace mejor al alma aparentar la vergüenza humana que, albergar rencor en nuestro interior, pues ese sentimiento carcome nuestro corazón, y nos induce a la maldad y la venganza, que son prácticas no agradables a Dios.
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