Opinión

XXVII Congreso Hispanoamericano honra al Padre de la Ética, Dr. Javier Darío Restrepo, con la creación del premio internacional del periodista

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Por: Dr. Amín Cruz*

El periodista ético es eso: un valor para toda la sociedad, y defenderlo para que mantenga todo su peso moral y su credibilidad, es parte de su responsabilidad con toda la humanidad”, Javier Darío Restrepo.

En el Vigésimo Séptimo Congreso Hispanoamericano de Prensa y en ocasión del 5° Aniversario del fallecimiento en Bogotá, Colombia, el 6 de octubre del 2019, del gran maestro y padre de la ética, Periodística en América, el Dr. Javier Darío Restrepo, el Congreso Hispanoamericano de Prensa, honró y celebró, al que en vida realizó grandes aportes, enseñanzas y nos dejó su gran legado en todo América Latina. Para tal fin, los miembros del congreso y amigos evocaron con gratitud y cariño, su vida y trabajo, como recordatorio de que el periodismo puede ser una fuerza poderosa para el bien cuando se practica con integridad y responsabilidad.

El Dr. Amín Cruz, CEO, presidente, fundador, en el discurso de apertura del XXVII Congreso Hispanoamericano de Prensa, propuso la creación del Premio Internacional de Periodismo, con el nombre del Dr. Javier Darío Restrepo, lo cual fue aprobado por unanimidad, así el nombre del Dr. Javier Darío Restrepo seguirá siendo una fuente de inspiración para todos aquellos que buscan la excelencia en el periodismo y la ética.

Por su parte, también, la Dra. Lissette Montolío, presidente honorífica del Congreso; el Lic. Aurelio Henríquez, del Colegio Dominicano de Periodistas, CDP; el Dr. Javier Hoyos, presidente del Colegio Nacional de Periodistas de Colombia; el Lic. José Beato, presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, SNTP, entre otros, aprobaron realizar dicho premio en el año 2025, para distinguir a los periodistas del mundo, considerando al Dr. Retrepo como el maestro de maestros, por generaciones de periodistas de América y el mundo, para resaltar lo que aprendieron de él , especialmente su pasión por educar y defender la profesión más bella del mundo, el periodismo, razones por las que lo admiran como referente ético y además, por ser un líder que traspasó las barreras del tiempo con su ejemplo, sencillez, honradez, transparencia, sociabilidad, solidaridad, humildad, caballerosidad, objetividad, prudencia y elegancia en la pedagogía de su trabajo y enseñanza.

El Dr. Javier Darío Restrepo, forjó su camino profesional basado en la ética del oficio, fue cofundador, guía, maestro, ejemplo de humildad y entrega desinteresada del Congreso Hispanoamericano de Prensa, al cual nos acompañó y compartió por 18 años en nuestros eventos locales, nacionales e internacionales. Era un hombre de una nobleza extrema, de altas dimensiones y desde su inicio estuvo ligado a la historia y trayectoria del Congreso Hispanoamericano de Prensa y en la formación, siempre disponible a escuchar y a ayudar a los periodistas y personas que le solicitara su ayuda e información en todas las jornadas de los cónclaves del Congreso de Prensa.

El Dr. Javier Darío Restrepo fue una persona intachable, un hombre honrado, recto, justo, leal, laborioso, generoso con buenas acciones y valores humanistas, con visión clara sobre la educación y la tecnología, un gran apóstol viajero, misionero de la paz y el bien por el mundo entero. «El periodismo no es un poder, es un servicio», decía Javier D. Restrepo e indicaba el maestro, que la calidad periodística y la ética proponen unas ideas claras. Que las dos son un matrimonio indisoluble: “la mayor garantía de que una pieza periodística es de calidad es el perfil ético del periodista”. Igualmente, nos indicaba que “la premisa formulada al revés también es válida: la mayor garantía de que un periodista es ético, es que sus piezas periodísticas sean de calidad”. Al igual nos decía que “la ética, como el oficio del reportero y del editor, no se alcanza en algún momento para guardarlo como trofeo en un anaquel, por el contrario, es poner sus conocimientos y servicios a la orden de la humanidad”.

“La ética es una práctica. Es una manera de hacer las cosas, y se ejercita y se pone a prueba, con cada historia periodística. Los valores mencionados aquí, que guían la práctica periodística, junto al compromiso, el coraje y el reto de cambiar algo todos los días…la consciencia también se enriquece con cada viaje en busca de la verdad”. De estos valores que menciona el maestro, me gustaría detenerme en uno que generalmente no se incluye en reflexiones similares, entre las virtudes que debe tener un reportero: el compromiso. No es una dependencia a un interés o una militancia a una causa. Es la lealtad”.

En el caso del periodista, consideró, la promesa central al público es la de velar por su interés y denunciar todo aquello que lo ataque. Esa debe ser la brújula que guía su trabajo; Pero, como es tan difícil definir el interés público y muchas veces una historia encuentra intereses de públicos enfrentados, esto requiere de un compromiso con los más vulnerables”.

Hay que llegar a sentir con ellos sus penurias, conmoverse, indignarse, oler y entender las vergüenzas de nuestras sociedades. La enseñanza que nos dejó el Dr. Restrepo, en el siglo XX y XXI en América y en el mundo periodístico no tiene paradigma. Por eso, dice el maestro, no es ético ese periodista que mira el mundo como desde una ventana, con guantes de cirujano y tapabocas y pretende con ello estar guardando “la objetividad”.

Hay que seguir enriqueciendo cada historia con todas las fuentes, datos y documentos posibles; y estar dispuestos con toda honestidad a que un dato real dañe una gran pieza, pero eso no nos hace observadores neutrales que, entre otras cosas, no existen…nos eleva a un pedestal como si las desgracias y los triunfos de nuestros congéneres no nos tocaran. El compromiso es no dejar de estar entre ellos y siempre interactuar en horizontal, como iguales.

En la era digital, ese compromiso debe estar además ligado a otro valor inmenso para el periodismo: la transparencia. El maestro trató de manera intacta, directa e inédita, una enseñanza que muy pocos maestros la han puesto al servicio de los más humildes de las sociedades de este mundo.

“Si cuentan sus historias a nombre de lo que es para beneficio común, más vale que le digan a ese común, a ese público, de dónde salieron sus verdades, qué documentos las validan y qué fuentes consultaron. (Esto último no quiere decir revelar fuentes que pueden estar en peligro, ni traicionar la confianza de alguna persona que habló “fuera de récord”, sino que, cuando no pueden decir nombres, por lo menos que la gente sepa desde qué lugar y sobre cuáles intereses habla esa fuente).

Si ponen en las manos del público las evidencias y le dicen, con franqueza también, aquellas que no encontraron, ellos mismos sacarán sus conclusiones y les será claro si ustedes hicieron todo lo que estaba a su alcance para reportar en contra de sus propios prejuicios. Entonces, podrán decir con voz más recia que, en efecto, su negocio es el de defender el patrimonio de toda la sociedad…ahí estará anclada su credibilidad.

El dilema ético es constante porque se mueve con los tiempos, se ajusta a la moralidad pública que cambia con la historia y en cada cultura. El editor y el periodista conviven con él, como un jinete avezado maneja sus riendas.

Un medio periodístico, sin importar su formato, que lleva años cultivando la reflexión y el pensamiento entre sus reporteros, analiza y sopesa cada día sus dilemas y va cultivando la confianza entre el público. De ahí que su huella y su influencia pueden tener mayor alcance y duración que las de un poderoso político o una corporación multinacional, el maestro resalta este poder de largo aliento de los medios éticos, los que se basan en “su credibilidad y sus razones”. Solo un periodista disruptivo en un entorno gris de noticias repetidas, al son de los palacios de gobiernos y las sedes corporativas, asegura que la historia también sea la de los ofendidos abusados y los estafados.

Un solo reportero que junta los hechos hilando las responsabilidades de quienes toman decisiones y contribuye a que se identifique y se comprenda una política de paz que no lo es, y un sistema amañado que justifica la prolongación de una guerra.

“Hoy se habla de la ética “de la memoria y del olvido”, como nos dijo el maestro. En ese manejo del olvido, memoria y de los silencios, están comprometidos derechos y la dignidad de los otros, por eso adquieren esa dimensión ética”, dijo el maestro Dr. Restrepo y añadió, “en el fondo volvemos a lo mismo: la ética periodística es la de verificar, volver a verificar con diversas fuentes y versiones, y conectar con la historia que rodea a los hechos y ponerlos en un mapa que permita al público ubicarlos.

El ejercicio sería inútil si no llevara a mejorar la práctica, ahí, el maestro nos recuerda que, las palabras que usamos no son neutras, porque con ellas comprendemos y explicamos al mundo. Ellas pueden ser instrumentos que en labios de políticos, publicistas o mercaderes inescrupulosos se usen para deshumanizar, o pueden ser herramientas para explicar, incluir e invitar a la reflexión; es decir, para humanizar. El uso que les demos a las palabras, sin embargo, no depende de que tengamos la mejor intención, ni de la bondad de nuestros corazones. Por ejemplo, un violinista que no sabe leer música ni práctica su instrumento todos los días desafinará el concierto, no importa que sea la persona que más aprecie la buena música o la más generosa.

Con la lógica inversa, un periodista que lea a los mejores escritores, estudie el uso del lenguaje, busque sus palabras con esmero para que signifiquen lo que quiere decir con precisión, y además apele a la enorme gama de opciones de expresión que le dan su lengua y los formatos digitales, producirá piezas periodísticas de mejor calidad, que a su vez ayuden a incluir, a comprender, a igualar… en fin, a humanizar el mundo.

La ética surge de todas las observaciones anteriores, al ofrecer verdades más claras y palabras más justas. Según el maestro, construye esperanzas, y este es el mensaje último que nos dejó, porque el periodismo bien ejercido y bien vivido es una fuerza para cambiar las cosas.

Quizás es por todo ello que el maestro Javier Darío esbozaba siempre esa sonrisa puesta, aún en los tiempos tristes en los que vivimos. Es la satisfacción del sabio, que sin sentirse más que un reportero, había descubierto, hacía ya tiempo, el por qué el periodismo le da tanto aliento al mundo.

Compartir su trayectoria como periodista en diversos ámbitos, su experiencia profesional de casi 70 años, en los que escribió cerca de treinta libros sobre ética periodística, dos novelas y numerosos ensayos, el decálogo del buen periodista, sus obras se han convertido en referencias fundamentales para quienes buscan comprender y practicar la ética en el periodismo.

Para el Dr. Javier Darío Restrepo, la ética ha hecho claro y profundo su conocimiento y uso práctico consciente de la misma; ese es su gran legado para el mundo periodístico continúa inspirando y guiando a las generaciones futuras de periodistas. Su compromiso con la ética periodística, su pasión por la verdad y su influencia en la formación de profesionales del periodismo. La falta de identidad profesional es la mayor falta ética del periodista; A la prensa le corresponde desmontar la violencia que hay en las mentes; La mejor virtud de un periodista es saber escuchar.

“La falta de identidad profesional es la mayor falta ética del periodista.” Javier Darío Restrepo

  • El Dr. Amín Cruz, CEO, es el presidente, CEO y fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa y del Congreso Mundial de Prensa, quien es considerado como el Padre y embajador del periodismo hispanoamericano y latinoamericano. Es diplomático, historiador, escritor y educador.
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