Opinión

Violencia femenina, una pandemia bochornosa

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Rafael A. Escotto

Por: Rafael A. Escotto

 

Con especial dedicatoria a Andrés Mejía Lizardo, un amigo abogado que goza de mi aprecio.

De socialmente perturbadora debe calificarse la violencia contra la mujer y la calificación reciente de «pandemia bochornosa» que le dio el honorable Señor Presidente de la República, Danilo Medina Sánchez a ese flagelo, quien tiene hija  y nieta es certero; Su voz ha Sido una clarinada enérgica y aleccionadora que sacudió el designio criminal y condenable de algunos hombres que agreden  a la mujer.

Siendo hombre, uno se pregunta: ¿De dónde nace ese instinto crminal en el hombre contra la mujer? Según narra la Biblia en 2da. de Samuel capítulo 13, versiculos 19 y 20, uno de los primeros violadores de la mujer fue Amnón, hijo de David, quien etupró a su hermana Tamar, hermana también de Absolón, movido por la angustia que le causaba un amor enfermizo.

Vale la pena, para hacerme éco del llamado que acaba de hacer el presidente Medina sobre los feminicidios, que cuente algún episodio de la violación de Tamar, a manera de unirme al clamor del Jefe de Estdo dominicano y, al mismo tiempo, llamar a la atención a muchos padres de familia a que ser abstengan de ejercer alguna violencia contra sus esposas o parejas.

—Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.

Ella le respondió:

—No, hermano mío, no me deshonres, porque esto no se hace en Israel. ¡No cometas tal infamia! ¿A dónde podría ir yo con mi vergüenza? Y por lo que a ti toca, serías considerado en Israel como un necio. Te ruego que hables con el rey, que él no se opondrá a que yo sea tuya.

Amnón no quiso hacerle caso, y como era más fuerte que Tamar, la forzó y se acostó con ella. Pero fue tal el odio que Amnón sintió después hacia ella, que terminó aborreciéndola más de lo que la había amado. Así que le ordenó:

—Levántate y vete.

Tamar le contestó:

—¡No, hermano mío, porque el echarme ahora de aquí sería una maldad peor que la que has cometido conmigo!

Amnón no quiso hacerle caso;  por el contrario, llamó a su criado y le ordenó:

—¡Echa de aquí a esta mujer, y luego cierra bien la puerta!

El criado la echó fuera de la casa, y luego cerró bien la puerta. Entonces Tamar, que llevaba puesta una túnica muy elegante, ropa que acostumbraban usar las princesas solteras, se echó ceniza en la cabeza, rasgó la túnica que llevaba puesta y, con las manos sobre la cabeza, se fue llorando por el camino.  Entonces su hermano Absalón le preguntó:

—¿Así que fue tu hermano Amnón quien te hizo esto? En tal caso, guarda silencio, hermana mía, pués es tu hermano. No te preocupes demasiado por este asunto.

Tamar, al verse abandonada, se quedó en casa de su hermano Absalón. Cuando el rey David se enteró de todo lo sucedido, se puso muy furioso; pero no reprendió a su hijo Amnón porque, como era su hijo mayor, lo quería mucho. Absalón, por su parte, no le dijo nada a Amnón, pero lo odiaba por haber deshonrado a su hermana Tamar.

Episodio como el de Amnón contra la virginidad de su hermana Tamar son frecuentes en sociedades de hombres  enfermizos. Ahora bien, este llamado del presidente Danilo Medina, un hombre de fe, porque se formó oyendo la Palabra, debe de ir seguido de prédicas constantes por psicólogos pagados por el Estado que visiten los barrios marginados y los campos más apartados del pais hablándole a la familia sobre tan bochornosa pandemia.

Es más, me atrevo a proponerle al presidente que en cada visita sorpresa él mismo se encargue de organizar una charla breve pero moralizante sobre el significado inhumano y cruel de la violencia contra la mujer. El presidente tiene a su lado un gran profesional que se llama Gustavo Montalvo que puede muy bien ayudarle a montar una cruzada nacional contra esa desgracia.

Señor presidente, Montalvo, a quiren no conozco personalmente, hizo sus estudios secundarios en Santiago, – según he sido informado –  bajo la doctrina del Evangelio. El sabe muy bien qué significa el gozo de vivir el gran plan de la felicidad y que la obediencia trae bendiciones y también conoce el plan de salvación.

Señor presidente, no se necesita un sacerdote católico ni un pastor evangelico que se ocupe de esa tarea. Es un ejército de profesionales de la conducta bien preparado lo que hace falta, que se lancen a las calles del país, dia y noche, en un ataque frontal contra los feminicidios.

Es más prisidente, organice usted mismo en esta temporada de Pascua una marcha con el lema «Ni una menos», ponga a  su hija y a su nieta al frente junto a usted, a las hijas y nietas de sus ministros y verá el impacto positivo que tendrá en la consciencia nacional ese acto contra la violencia de género. Gracias señor presidente por oirme y por darle aquiescencia a esta humilde sugerencia.

 

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